6.
El Negocio
Parte 1
Las cosas hasta ahora han marchado bien, en lo
referente a nuestro negocio. Desde ese día que acordamos con Utter la venta de
nuestros dulces en el pueblo, todas las semanas sin falta hemos proveído las
2000 unidades, las cuales siempre se logran vender en el mismo día. Sin duda he
tomado una buena decisión al usar a alguien para comercializar el producto,
porque si bien al principio menosprecie la capacidad del mercado del pueblo, al
final me encontré con la posibilidad clara de expandir la cuota para la venta,
quizás a 4000 o 6000 unidades, dependiendo de lo que Utter considere adecuado.
Al principio pensé en lanzarme inmediatamente al
mercado de Girelia con mis dulces de leche, hasta se podría decir que me
encontraba a portas de comenzar una gran producción para ello, pero
lamentablemente todo se congeló debido al gran caos general que desató el
intento de invasión del reino de Mothem, una situación que nunca pensé
experimentar.
Fue bastante sorpresivo eso sí, nadie lo vio venir,
sino cuando sólo faltaban días para que el ejército enemigo entrara en nuestra
frontera (según estimaciones y rumores de algunos). Reclutadores del reino
pasaron por nuestro pueblo, intentando reunir la mayor cantidad de hombres con
capacidad de luchar, sin duda el más claro indicio de que la guerra era
inminente. Al principio solo eran voluntarios, pero a medida que pasaban los
días, los ánimos comenzaron a cambiar, pues al parecer el ejército no lograba
reunir la cuota suficiente de soldados, por lo que comenzó un reclutamiento
forzoso entre aquellos con edad suficiente para luchar, aunque claramente no
estuviesen muy dispuesto a ello. En el proceso por poco terminan llevándose a
Albert, de no ser porque logramos sobornar al oficial a cargo con una moneda de
oro, que logramos liberarlo de un destino incierto.
Mientras a kilómetros de distancia se preparaban los
grandes ejércitos para luchar, nosotros nos preparábamos para una eventual
huida, en el caso de que nuestro reino perdiera. No fue sino hasta entonces,
que me di cuenta de la realidad de la guerra, con todas sus consecuencias hacia
el común de la gente. El miedo se apodero de todos, aumentado demasiado por
aquellos que inconscientemente propagaban ideas de que seríamos asaltados por
hordas enemigas, que saquearían, incendiarían y violarían, de una manera tan
despiadada que hasta el más reacio a moverse, se encontraba ya listo para
partir a la menor noticia de derrota. Si bien nunca he sido alguien fácil de
asustar, debo admitir que hubo varios días que no pude dormir, pues todos los
libros de historia antigua que leí en el pasado, me han dado una real
conciencia de lo que el hombre es capaz de hacer en tiempos de guerra.
Nos mantuvimos en constante preocupación por las
noticias que llegaban desde la frontera, principalmente de viajeros y algunas
personas que huyeron preventivamente de los pueblos más cercanos al potencial
lugar de la batalla que se avecinaba. Miedo era lo que reflejaban las miradas
de todos los asistentes al concejo municipal, durante la entrega de noticias
diarias, práctica usual en tiempos de crisis y situación de guerra. Nadie
quería que el reino perdiera la eventual batalla, pero la mayoría estaba con el
presentimiento de que el enemigo tenía la ventaja, con todo el tiempo que tuvo
para preparase, en contraste con nosotros, que pareciera que nos encontraron
con los pantalones abajo. Pese a todo, un gran sentimiento de apoyo y
fraternidad se comenzó a sentir en todo el pueblo, incitado en gran medida por
los encargados ministeriales y mercaderes, que comprometieron toda la ayuda
necesaria en caso de evacuación.
Al final, y pese a los catastróficos augurios,
nuestro ejército logró derrotar al enemigo invasor en la batalla de Roment, en
lo que según las fuentes más confiables de información, resultó ser una batalla
digna de ser recordada en los anales del reino. El enemigo fue aplastado,
principalmente gracias a la pericia del célebre comandante Andrés, ahora una
estrella adorada por todos, resultando en la destrucción casi completa de dicho
ejército y en la firma de un tratado de paz que ahora asegura, al menos
temporalmente, la seguridad de nuestra frontera. Poco después llegaron noticias
del otro lado del reino, dando cuenta del derrocamiento del rey de Mothem y de
su posterior ejecución, bajo el hecho de haber traído vergüenza y derrota a la
nación. Una situación que me hizo pensar en la delicada realidad de los
monarcas de este mundo ("Si no haces bien las cosas, lo pagas con tu
vida").
La noticia más impactante que llegue a saber, fue
que tanto mi abuelo Samuel como mi tío Rob, estuvieron directamente
involucrados en la batalla de Roment. La noticia llegó por una carta de mi
abuela, en la que daba cuenta de la gloriosa participación de mis familiares en
la victoriosa batalla, desempeñándose como jinetes en el cuerpo de caballería.
Aunque lo que realmente me llamó la atención, fue que mi tío fue el responsable
de dar muerte al comandante enemigo, acción fundamental para ponerle fin a la
batalla y a la guerra. Debo admitir que un poco de orgullo recorrió mi cuerpo
al saber de esas noticias, mezclado con un poco de preocupación, por el hecho
de que esta batalla pudo haberme golpeado de una manera mucho más directa de lo
que pensaba ("Gracias al cielo que no les sucedió nada. Podrán ser un poco
estrictos en su manera de ser, pero les he tomado algo de cariño, especialmente
al abuelo"). Obviamente, una celebración se llevó a cabo en honor a los
guerreros, donde fuimos invitados, junto a otros tantos familiares y nobles de
la ciudad, situación un tanto incómoda para mí, pero que supere simplemente
manteniéndome en un bajo perfil y aprovechando para extraerle la mayor cantidad
de información a mi abuelo, respecto al transcurso de la batalla y la realidad
de esta.
Una vez con la situación más controlada en el pueblo
y sin la presión constante de una posible invasión, comencé a respirar
tranquilo y a pensar en mis negocios. A pesar de que estuvimos en una situación
un tanto turbulenta, el mercado no dejó de funcionar y los dulces se seguían
vendiendo bien, obteniendo una gran aceptación, además de atraer la atención de
muchos viajeros y comerciantes. Debido a ello, comencé a pensar que quizás lo
mejor era dejar que el producto se hiciese propaganda solo e instruí a Utter
para que no revelara fácilmente de donde los obtenía, a menos que llegase
alguien realmente con una buena posibilidad de negocio, en cuyo caso acudiera
de inmediato a mí.
Mientras esperaba pacientemente a que ocurriera algo
interesante con la venta de caramelos, comencé a preocuparme un poco acerca de
mi hogar, pues con las ganancias que he comenzado a tener, se me hace bastante
tentador el incursionar en algunos proyectos, especialmente aquellos que me
hagan la vida un poco más cercana a mi antiguo mundo. En primer lugar pensé en
un baño, aunque la verdad es que desde hace años que extraño esa gran
comodidad, pues ya me tiene aburrido el tener que ir hasta esa alejada letrina,
ese agujero en la tierra con una especie de retrete improvisado de madera, con
su olor y la sensación, al menos mía, de que si por casualidad algo de fuego
cayese por ese agujero, acabaría destrozado por la explosión que se desataría,
un miedo mucho más latente de noche, cuando tengo que ir con velas para poder
ver.
Tuve una enérgica discusión con Ilen respecto a mi
idea de hacer el dicho baño. Ella se mostró bastante incrédula a la necesidad
de tal lugar, pero luego de explicarle los beneficios y poco menos que rogarle
de rodillas para que me diera el visto bueno ("Simplemente no quería
ceder"), pues si bien, técnicamente soy el jefe de la casa, cuando se
trata de hacer algo dentro de esta, ella manda por sobre todos los demás, eso
lo he tenido claro desde hace tiempo, especialmente si hay algo que pueda poner
en peligro a Eli. Y pese a que al final me dio el permiso, me las tuve que
arreglar para esquivar las usuales preguntas de cómo se me ocurrió tal idea en
primer lugar.
Habiéndome decidido por comenzar el baño, con
bastante ingenio ("Y especialmente conocimientos de mi otro mundo")
empecé a idear la manera de hacer uno. Primero partí por la parte más difícil,
¿cómo hacer cañerías para el agua?, un problema que afortunadamente logre
solucionar, debido a la experiencia que tuve con la fabricación de mi máquina
moledora de caña. Siguiendo el mismo procedimiento anteriormente utilizado,
mande a hacer una cañería de madera, cilíndrica y lisa, para que una vez fuese
replicada, se pudiese unir mediante el uso de otra un poco más ancha y corta,
de esta manera no sería necesario la fabricación de algo tan grande, sino sólo
de un metro de largo y en grandes cantidades. Posteriormente, una vez con las
piezas maestras en mis manos, fabrique varios moldes de una sola pieza, para
que una vez estuviesen llenos de arena, simplemente insertaría la tubería de
manera vertical, obteniendo el molde listo para llenar de metal fundido. El
material elegido para ello fue claramente el cobre, por su flexibilidad y
propiedades antibacterianas, además del hecho que era ampliamente usado en mi
antiguo mundo, especialmente para el agua potable.
El sistema de alcantarillado que diseñe, consiste
básicamente en una gran fosa lo más alejada de la casa, que se conecta a un
baño en el primer piso ("Hacerlo en el segundo piso me pareció muy
complicado"), mediante tuberías de aproximadamente 15 centímetros de
diámetro. Dicha fosa me complicó un poco a la hora de decidir dónde hacerla,
afortunadamente nuestra agua potable no proviene de pozo (“Aunque de igual
manera está firmemente arraigada la tradición de hervir el agua antes de
beberla”), así que no tuve que preocuparme por la filtración de líquidos, pero
de igual forma decidí que mientras más lejos de la casa mejor, ubicándola en la
cara izquierda del terreno principal, casi a unos 20 metros de la casa. La
habitación seleccionada para convertirse en baño fue la de Mirina, la que
gustosamente se trasladó a mi antigua habitación en el segundo piso
("Mientras yo me quedó en la que era de mis padres").
Como siempre, el trabajo pesado se lo encargue a
Albert, además de contratar un par de personas para cavar la fosa, así que no
demoraron demasiado en terminarla, ayudado por el hecho de que el terreno no es
muy rocoso. Con la fosa lista, continuamos con el trabajo dentro de la casa,
rompiendo prácticamente todo el suelo de madera de la habitación en cuestión y
creando el pasaje por donde la tubería tendría que pasar, con la dificultad de
que había que darle un mínimo ángulo de inclinación, cercano a los 2 o 3 grados
(Para facilitar el desagüe y que no se estancaran los residuos en la tubería).
El demás trabajo fue básicamente detalles menores y construirle una tapa de
madera bien firme a la fosa, para que nadie cayera por accidente.
Tuvimos que hacer 3 viajes a la fundición para poder
fabricar la tubería necesaria para cumplir con la distancia de diseño,
aproveche además de conseguirme un poco estaño que posteriormente utilice para
soldar las cañerías. El proceso mismo de soldado fue bastante más complicado de
lo que pensé en un principio, básicamente porque aquí no existen los sopletes
de gas, así que tuve que ingeniármelas para calentar las uniones mediante el
uso de carbón. Finalmente, solucione el problema al cavar un pequeño agujero
debajo de la tubería, que posteriormente llene de brazas de carbón, con el
consiguiente tema aparte de lograr impregnar adecuadamente el estaño en la
unión de la tubería, cosa que realmente me fue demasiado difícil y que logre
como al décimo intento antes de acostumbrarme ("Aparte de quemarme un par
de veces mis manos").
Una vez preparada la infraestructura principal, vino
el reto de fabricar el retrete, algo que definitivamente no se puede encontrar
en ningún lugar. Experimente durante semanas para darle la forma que recuerdo,
a un gran montón de arcilla, afortunadamente gracias a mis brazos y manos
pequeñas, pude darle la forma adecuada al conducto interno característico de un
retrete moderno. Lo que resultó ser un poco complicado, fue conseguir el
esmalte para recubrirlo y que quedase con ese acabado liso y fácil de limpiar,
pues hasta donde sé, la cerámica esmaltada es un elemento de lujo, cuyo costo
es proporcional a la dificultad de su fabricación. De modo que tuve que
visitar, en la ciudad de Girelia, uno de los pocos artesanos de cerámica
dedicados al esmaltado, al cual tuve que pagar una buena suma de dinero por la
cantidad necesaria para bañar el retrete. Adicionalmente pude consultar sobre
los procedimientos locales para el cocido de la cerámica, cosa que replique con
un horno de barro, especialmente para la ocasión, que hicimos en el patio
trasero.
Otro trabajo que requirió de todo mi ingenio, fue la
construcción del tanque de agua para hacer funcionar el retrete, algo que hice
usando madera y que me tomó su tiempo prudente, principalmente debido a que
tuve que idear de cero el mecanismo para abrir el paso del agua, cosa que al
final solucione por una tapa recubierta de corcho y jalada por una soga
("A veces mientras más simple mejor"). Quien utilizase el baño, en
primera instancia pondría el tapón, luego llenaría el estanque con agua y
posteriormente simplemente jalaría de la cuerda para desaguar el agua junto con
los desechos. Para el caso de la orina, considere que utilizar el sistema del
estanque es un desperdicio de agua, una simple cubeta directamente haría el
trabajo suficiente.
Una vez instalado todos los componentes del baño,
cambiado el piso de madera por uno de cerámica simple y habiendo comprobado que
el agua fluyera de manera correcta, sólo quedaba probarlo. A simple vista tiene
la apariencia de un baño común de mi otro mundo, pero si uno se acerca lo
suficiente al retrete, se ve claramente las imperfecciones y las deformaciones,
producto del trabajo manual, aun así, lágrimas brotaron de mis ojos cuando pude
ver por fin el cuarto terminado. Mi felicidad fue tan grande, que prometí a
Albert que me encargaría a futuro de que su casa también contase con uno.
Deje que Ilen fuera la primera en probar el famoso
baño ("No quería ensuciarlo antes de las demás lo probaran"),
habiéndole explicado bien cómo funcionaba cada cosa y demostrado su
funcionamiento con la ayuda de un trozo de pan duro como prueba. Junto a
Mirina, esperamos en el living a que Ilen terminara de probarlo, con un claro
sentimiento de nerviosismo de mi parte, pues toda aprobación de ella, de alguna
manera tiene un impacto muy grande en mi persona (“Casi siento que puede
afectar de gran manera mi autoestima”).
Cuando por fin regreso desde el famoso cuarto, Ilen
llevaba una muy reflexiva mirada, como habiendo descubierto algo muy
sorprendente;
— Tenías
de razón en que es bastante útil, es sencillo de limpiar, no está ese olor
desagradable e incluso es cómodo... Simplemente no puedo definirlo bien, pero
realmente esta vez te luciste Akeel, no dejas de sorprenderme. — Me dijo con
una voz que se sintió demasiado satisfactoria para mis oídos.
Posteriormente, Mirina le dio una prueba al baño,
luego de recibir las instrucciones de cómo funciona, y pese a que es bastante
dura para aprender, no tuvo ningún problema para usarlo correctamente. Su
reacción fue un poco más entusiasta, luego de darse cuenta de que ya no tendría
que caminar por el patio en medio de la noche para hacer sus necesidades. Me
elogió bastante, al punto de darme un caluroso abrazo y un beso en la mejilla,
haciendo que valiera con creces el esfuerzo y tiempo que invertí en el
proyecto.
Al atardecer de ese mismo día, me tome mi tiempo y
disfrute del placer de un buen retrete, de la mano de un buen libro y ese
sentimiento tan familiar, que sentí desde el primer instante en que mis nalgas
tocaron el grandioso asiento. En ese momento comprendí que muchas de esas
comodidades básicas que en mi otro mundo daba por sentado y no valoraba
debidamente, representan una cantidad enorme de esfuerzo que la humanidad tuvo
que hacer para llegar a completar, lo mío fue simplemente replicar eso. Una
pequeña lágrima cayó por uno de mis ojos, en honor a aquellos que se les
ocurrió la brillante idea en la que me encontraba sentado.
***
Habiendo pasado unos meses desde que terminé el
proyecto del baño, una gran noticia vino de parte de Utter, y es que unos
importantes mercaderes de Girelia se encuentran interesados en los dulces de
leche, por lo que quieren realizar una reunión con los fabricantes del
producto. Obviamente mi corazón salto de alegría en el momento de que supe la
noticia, por lo que arregle de inmediato que se realizará la reunión, no en mi
casa, sino en una lujosa sala que arrendamos en el gremio de mercaderes del
pueblo ("Un poco para aparentar y también para no mostrar tan fácilmente
donde hacemos el producto").
Mientras me encontraba comprando algo de ropa formal
en una tienda del pueblo ("Algo muy inusual en mi"), con motivo de la
importante reunión que se avecina, no pude evitar percatarme de un gran espejo
que había dentro del lugar, hecho al parecer de cobre o bronce, finamente
pulido, de forma que se podía apreciar claramente el reflejo de uno si se
acercaba lo suficiente. Una vez me vi, comprendí dos cosas, la primera, es que
a pesar de que estoy por cumplir los 9 años, realmente parece que tengo entre 11
o 12 ("Me estará llegando el famoso estirón"), lo segundo, es que
sigo siendo un niño, que no aparenta para nada una persona de negocios, ante
mis propios ojos no muy creíble para lo que me dispongo a hacer. Me quede un
buen tiempo meditando frente al espejo, tratando de pensar en cómo verme mejor
o más creíble, pero seguía sin encontrar la manera de negar ese rostro tan
infantil, hasta que el reflejo de alguien se puso justo detrás de mí, con ese
rostro serio que inspira tanto respeto, que a veces me hace dudar cuando le
pido algún favor, no obstante, la mejor de las respuestas a este momento
crítico.
— Ilen,
quiero que hagas algo por mí. — Dije con el tono más serio que pude forzar,
ante su rostro un tanto incrédulo.
Ese fue el comienzo de una larga charla, que
terminaría muy entrada la noche, después de muchas tazas de té y varios dulces,
en la que hice todo lo posible por convertir a Ilen en el reflejo de mi modelo
de negocios.
Parte 2
Ciudad
de Girelia 5539 mes 1 día 2
Es ya el medio día en el congestionado sector
comercial de la ciudad. Mientras muchas personas están haciendo las últimas
compras en el mercado local, antes de volver a sus hogares para comer, algunas
otras comienzan a concurrir los diferentes restaurantes en una calle paralela a
dicho mercado, lugares casi de uso exclusivo para vender comidas durante el día
a todo aquel que tenga el dinero para pagar. Es la costumbre de una parte muy
importante de los aristócratas y mercaderes, el disfrutar de un buen platillo,
quizás un poco de vino y reunirse a hacer negocios durante el almuerzo, no
siendo la excepción este día en particular.
Un hombre muy bien vestido ingresa solemnemente por
la puerta principal del más importante restorán del barrio comercial, "La
cocina del duque". Por la calidad y detalles de sus ropas, a los ojos de
todos los presentes, claramente es un mercader importante, y para quienes lo
reconocen, un asiduo comensal de las mejores mesas de la ciudad. Su nombre es
Diriun Kalix, conocido mercader de especias de la ciudad, hombre alto y
delgado, que de alguna manera impone su presencia a través de su arreglada
barba castaña y mirada sería.
Una vez saludado por el encargado de atender a los clientes,
Diriun es guiado por este, previa comprobación de su identidad, a una de las
mesas privadas más exclusivas del lugar, ubicada en el segundo piso y lo más
alejada de la vista de todos, en una especie de cubículo privado, de uso sólo
previa reservación. Dentro de dicha mesa, un hombre lo espera con una botella
de vino abierta y comiendo tranquilamente de un plato de guisado.
— Hooo...
Saludos Diriun, disculpa mis modales, pero te he estado esperando desde hace
mucho y me había entrado hambre. — Se disculpa el alegre hombre, a la vez que
limpia su boca con un pañuelo.
— No
te preocupes por eso... Mejor aún, ¿cómo está el guisado? — Dice Diriun, una
vez sentado frente a su compañero de mesa.
— Excelente,
esta vez la carne les ha quedado mucho mejor que otras veces, es tan suave que
se deshace sin siquiera usar los dientes.
Ante la positiva critica del hombre, el mercader no
duda en ordenar también un plato de guisado y mientras espera, se sirve en una
de las copas de cristal verde puestas en la mesa, un poco del vino que se
encuentra dispuesto para ellos.
El carismático personaje, es un buen conocido de
Diriun, hasta se podría decir que un amigo, un noble local dedicado
principalmente a su trabajo ministerial, al cuidado de las rutas comerciales,
pero que muchas veces gusta de hacer algunos negocios con sus amigos
comerciantes, casi siempre debido a las oportunidades que encuentra durante sus
viajes. Theo Grahum es su nombre y a pesar de no aparentar ostentosidad con sus
vestimentas, es un hombre de muchas influencias, a tal punto, que logró evitar
el tener que ir a la pasada guerra, con el sólo uso de sus amistades en los
mandos del ejército.
— ¿A
qué se debe esta reunión tan imprevista? ¿Debo suponer otro negocio
importante?, aunque déjame refrescar tu memoria acerca de tu anterior idea, que
apenas...
— Tranquilo,
tranquilo. No es algo como eso, esto en verdad que es serio, bastante serio. —
Interrumpe Theo, con una sonrisa en su rostro. — La verdad es que esto también
es para de alguna manera pagarte por ese negocio, que no resultó como espere en
un principio.
Diriun se relaja ante la afirmación de Theo, dejando
que este continúe con lo que tiene que decir, pues pese a que el último de los
negocios no fue lo que esperaban, la realidad es que la mayoría de las ideas
que trae el Alegre personaje, resultan en un gran éxito.
— Déjame
partir por el principio. — Comienza Theo, habiendo ya terminado su plato y con
la copa de vino en su mano. — Tu sabes bien que por mi trabajo debo visitar la
mayoría de los pueblos que pertenecen a la administración de la ciudad, en
busca de irregularidades en las rutas comerciales, y aunque siempre lo hago
solo con mi pequeña unidad de guardias, hay veces en que aprovecho de llevar a
mi esposa e hijo, cuando tengo que pasar por algunos pueblos pintorescos,
también cuando la vista del camino es lo suficientemente hermosa. Eso me
recuerda la pasada vez, cuando lleve a ambos de visita al...
— Oye
oye, no empieces, vamos al grano que mi tiempo es valioso.
— Tranquilo,
¿Quién no aprecia una buena introducción a la hora de contar una historia?
— Yo,
así que no me hagas perder mi tiempo.
— Está
bien, entonces que tal un pequeño y dulce aperitivo antes de que comas tu
comida. — Indica Theo, poniendo un pequeño saco de tela blanca sobre la mesa.
Diriun toma el saco de tela y lo abre
tranquilamente, aunque con una cuota de expectación en su rostro. Una vez
descubre el contenido, mira con sorpresa como unos pequeños cubos de color
marrón emergen de la blanca tela, al parecer los susodichos aperitivos que Theo
habla.
— ¿Qué
es esto? — Pregunta el mercader, con uno de los cubos en su mano.
— Podría
intentar definírtelo, pero la verdad es que para saberlo bien, simplemente
debes probarlo.
Diriun comienza entonces a inspeccionar el pequeño
cubo, moviéndolo, girándolo, apretándolo y finalmente oliéndolo.
— ¿Esto
se come? — Pregunta, mientras aún mantiene el cubo en su mano.
— Vale
una moneda de cobre.
— ¿El
saquito?
— Cada
uno
— ¿Me
estas tomando el pelo?
— Pruébalo
de una vez, ¿no que tu tiempo es valioso?
Ante las palabras de Theo, incitándolo a probar el
extraño alimento, Diriun decide darle una probada, con una extraña mueca
mientras lo pone en su boca.
— ¡Haa!,
antes de que me olvide. — Interrumpe Theo, justo en el instante en que el
mercader se disponía a morder el objeto en su boca — Es la tradición el no
masticarlo, sino dejar que se deshaga lentamente en tu boca, así dura más y se
disfruta mejor su sabor.
Haciendo caso de las instrucciones, Diriun comienza
a mover el pequeño cubo marrón dentro de su boca. A medida que el sabor empieza
a inundar sus sentidos, haciéndolo mostrar una expresión de relajación y
placer, mientras del otro lado de la mesa, las carcajadas no dejan de salir de
la boca de Theo.
— jajajajaja...
El verte de esa manera es algo que no tiene precio. ¿Está bueno?
— Bastante.
— Responde el mercader, mientras lucha con el delicioso objeto que se haya
ahora pegado entre sus dientes.
— Mi
hijo me lo presentó. Lo venden en el pueblo de Sunen.
— ¿El
que está al sur?
— Ese
mismo. Es un producto bastante novedoso, obviamente, pero lo extraño es que
sólo lo venden un día a la semana y en una cantidad bastante limitada, algo así
como 2000 o 2500 unidades. La multitud se agolpa en el puesto donde lo venden y
¿me creerías si te digo que se vende todo en una mañana?
— Ahora
mismo, habiéndolo probado, se me hace bastante creíble.
— Averigüé
desde cuando lo están vendiendo y al parecer desde hace más de medio año, lo
que me dejó con la gran pregunta...
— ¿Cómo
no se ha sabido nada aquí, en la ciudad? — Interrumpe Diriun.
— Precisamente.
Y al final la respuesta es bastante simple, pues es un producto tan cotizado
dentro del propio pueblo y se venden tan pocos, que prácticamente no ha salido
de allí. Lo mío fue meramente una casualidad.
— ¿Me
estás diciendo entonces que planeas que comercialicemos esto?
— La
respuesta es tal vez. — Dicho esta vez con un leve tono de seriedad.
— ¿Tal
vez?
Ante la mirada seria que comienza a mostrar Diriun,
Theo toma uno de los cubos del pequeño saco en la mesa, lo introduce en su boca
y se dirige a su contra parte con un tono completamente cambiado, cargado de
seriedad;
— Así
es mi buen amigo. Esta vez, la cosa es sería, no es como la mayoría de las
cosas que hemos hecho hasta ahora, este negocio podría ser nuestra mina de oro.
El tema es que logré platicar con quien comercia el producto, quien en realidad
es un vendedor de huevos que se encarga solo de vender los así llamados
"dulces de leche", por encargo del fabricante, a cambio de una
comisión.
— ¿Y
quién es el fabricante?
— Según
me contó, es una familia noble de bajo rango, con la que ha hecho negocios
desde hace muchos años. Pero lo importante, es que una vez le pregunte si
existía la posibilidad de hacer negocios con ellos, me dijo que era posible,
pero sólo si estaba dispuesto a comprar a gran escala.
— ¿Te
dijo cuanto precisamente?
— En
realidad ni siquiera él sabe cuánto es exactamente, pero especulo que debe ser
más de 10000 unidades. O sea, necesito a alguien que esté dispuesto a arriesgar
una buena suma de dinero y a estar seguro de poder vender el producto.
— Entiendo,
pero las ganancias también serían enormes de ser todo exitoso. ¿Supongo aún
trabajas con tu comisión del 10%?
— Ya
me conoces bien. ¿Qué te parece, te unes o no?, porque sabes bien que no eres
mi único amigo mercader.
— ¿Por
qué el apuro?
— Porque
ya agendé una reunión con el fabricante para la próxima semana y debo llevar a
alguien si o si, el que pestañea pierde mi buen Diriun. Eres el que más me
agrada, pero esta oportunidad no va a esperar a que la pienses mucho.
Con la copa en la mano, el mercader comienza a
pensar, mientras da un sorbo de vino de vez en cuando. A menos que hiciesen un
acuerdo con el fabricante, respecto al precio de compra, una suma cercana a las
10 monedas de oro es algo que muy pocos están dispuestos a invertir en algo
nuevo. Pero el producto es grandioso, aún puede sentir el dulzor dentro de su
boca, a tal punto que todo le sabe diferente. Muy dentro de él, sabe bien que
tiene que arriesgarse, a pesar de todas sus lógicas aprehensiones, más aun
habiendo ya probado el producto mismo.
— ¿Estás
seguro que es un producto exclusivo hasta ahora? — Pregunta Diriun a Theo.
— Hasta
donde supe hace unos días. Por eso es mi apuro por hacernos de la primicia, no
quiero que alguien más se nos adelante.
— Bien,
realmente me parece que es una buena oportunidad como tú dices, eso sí, lo que
me interesaría es ver si existe la posibilidad de obtener algún precio
especial, o mejor aún, la receta.
— Tú
eres el comerciante, eso hay que discutirlo directamente en la reunión. Sabes
que soy bueno arreglando negocios, pero tú eres el hombre del dinero y quien
debe lidiar con el resto.
Al final, entre carcajadas y comiéndose el resto de
los dulces de la mesa, los dos hombres acordaron reunirse con los fabricantes
del novedoso producto.
Parte 3
Pueblo
de Sunen año 5539 mes 1 día 7
Es un poco temprano por
la mañana, cuando una carreta es estacionada frente al gremio de mercaderes del
pueblo. Con el sol tímidamente iluminando las calles, se puede ver como recién
comienza a tomar vida el sector comercial y como los diferentes dueños de
negocios se aprestan para un nuevo día. De la carreta bajan dos hombres,
vestidos muy elegantemente, quienes luego de observar los alrededores como en
busca de algo extraño, se apresuran a entrar en el edificio antes mencionado.
Ya en la recepción, ambos hombres son recibidos por
la mujer encargada del lugar, quien les pregunta sus nombres y la razón de su
visita.
— Diriun
Kalix, mercader de Girelia. — Responde el hombre con las ropas más elegantes de
los dos.
— Bienvenido
señor Diriun, ¿Está usted afiliado al gremio de Girelia? — Pregunta la
recepcionista.
— Por
supuesto, desde hace más de 8 años.
— Theo
Grahum mi querida dama, oficial de rutas del reino. — Se presenta el segundo
hombre, con una gran sonrisa y una reverencia. — Estamos aquí para una reunión
agendada.
— Por
supuesto señor Theo, lo estábamos esperando. En este preciso momento lo
aguardan en la sala de reuniones en el segundo piso, por favor síganme.
Ambos hombres son guiados hasta el segundo piso del
gremio, lugar reservado para reuniones comerciales importantes, sólo disponible
bajo reservación. Una vez allí, se dirigen hacia la puerta más grande del
lugar, indicando de alguna manera el alto nivel de quien la solicitó.
En el momento en que la puerta se abre, lo primero
que observan los dos hombres, es una gran mesa ovalada de madera muy fina, con
varias sillas de igual calidad a su alrededor, ocupando el centro mismo de la
gran habitación, la cual se encuentra adornada con preciosas alfombras y gran
cantidad de plantas de interior. Pero lo que los sorprende verdaderamente, es
la mujer que se pone de pie al verlos entrar en la sala, la cual, si se tuviera
que recurrir a una palabra para describirla, sería "Deslumbrante".
Con un traje de color negro y azul, largo de una pieza, propio de una dama
noble de ciudad y que se ajusta a su delgada figura, con adornos y encajes tan
perfectamente arreglados en un estilo único, sumados a un maquillaje que
resalta delicadamente sus ojos verdes y su piel pálida como la leche. El toque
final lo da un arreglo con flor azul sobre su cabello trenzado, que hace
perfecto juego con el resto del conjunto, ni simple ni exagerado.
El rostro de los invitados reflejan inmediatamente
la sorpresa de encontrarse con semejante mujer, aunque mientras Diriun es
sobrecogido enormemente por su belleza, Theo se percata inmediatamente de la
mirada aguda y abrumadora que emana de tal rostro, por lo que mentalmente se
prepara para lo que piensa que será un verdadero combate.
— Bienvenidos
sean, por favor adelante. — Dice la mujer, haciendo el gesto de que pasen
dentro de la habitación.
Diriun se sacude de sus pensamientos y es el primero
en dirigirse hacia la mujer, a la cual saluda de una reverencia y un beso en la
mano.
— Un
gusto el conocer a tan bella y noble dama, mi nombre es Diriun Kalix, sería un
honor el conocer el suyo.
— Ilen
Antmad, es un gusto señor Diriun. — Responde la mujer, mientras retira
fríamente su mano.
— Lady
Ilen, es un honor conocer a tan respetable mujer, debo ser franco al decir que
no me esperaba que el fabricante de tales dulces fuese alguien como usted.
Aunque pensándolo bien, es entendible que tal belleza pueda ser capaz de crear
algo tan delicioso. — El comentario de Theo viene de la mano de una formal
reverencia.
— Pfttttt.
Jajajajajajaja.
Una extraña y aguda risa estalla en medio del formal
saludo. Ambos hombres se percatan entonces de la presencia de alguien más en la
sala, un niño de aparentes 12 años, sentado en una de las sillas, con su puño
izquierdo sobre la mesa y la otra mano cubriendo su rostro, tratando con todas
sus fuerzas de aguantar sus ganas de reír.
Ante la mirada un tanto atónita de los dos hombres y
otra cargada de odio por parte de la mujer, el niño se percata de su error y de
inmediato compone su actitud, aunque con una sonrisa asomándose de vez en
cuando;
— Por
favor disculpen mi rudeza, adelante, continúen.
Habiéndose disculpado el niño, ambos hombres vuelven
su mirada hacia la mujer, dejando entrever lo extraño de la situación, pero
ante la mirada sería e imperturbable que demuestra, ambos deciden olvidar el
extraño incidente.
— Por
favor ignoren al niño y tomen asiento. — Les indica la mujer a ambos.
Una vez sentados, se percatan de dos grandes bultos
puestos sobre la mesa, claramente platillos bien preparados y cada uno cubierto
por un elegante pañuelo. "Quizás debe ser algo de comida para amenizar la
charla", piensa Theo, quien de inmediato decide iniciar la conversación;
— Lady
Ilen, sé que usted ya sabrá bien nuestros intereses respecto al producto que
usted fábrica. Mi socio es un importante y respetado comerciante de especias en
la ciudad de Girelia, que se encuentra realmente interesado en comercializar
con su producto, si usted está de acuerdo claro está.
— Según
hemos sabido de los rumores de la gente del pueblo, es un producto muy
apetecido y al parecer fácil de vender, por lo que me parece un buen negocio y
estoy dispuesto a invertir una fuerte suma de dinero si es necesario. — Agrega
Diriun.
Ilen se toma su tiempo, al parecer pensando algo en
particular, mientras algunas veces mira de reojo al extraño niño junto a ella,
quien se muestra completamente inexpresivo, aunque aún con esa leve sonrisa que
se deja ver a ratos, usualmente cuando su mirada se encuentra con uno de los
hombres.
Pasado un tiempo del incómodo silencio, que hizo ponerse un poco
nervioso al comerciante, la mujer comienza a hablar;
— Antes
que nada debo informarles que la receta del producto no está a la venta, ni
planeo que suceda eso al menos por ahora. Lo que les puedo decir, es que mi
producto es extremadamente difícil de fabricar, razón por la cual me he
mantenido con cantidades mínimas de producción y también explica su elevado
valor... Por eso, la razón principal de porque exijo comerciantes con alta
capacidad, es que para producir grandes cantidades, debo invertir una fuerte
suma en equipamientos necesarios. No quiero hacer esto, si quienes deben vender
el producto, no están seguros de que pueden con ello.
Theo siente que las cosas están teniendo un mal
comienzo, pero están lejos de ser malas, en su mente inmediatamente piensa una
respuesta acorde a la situación, pero es Diriun quien se adelanta a responder;
— Lady
Ilen, usted no debe preocuparse por eso, si es su producto, me atrevo a apostar
mi reputación de mercader a que puedo vender lo que usted necesite.
— ¿Qué
tal 20000 unidades? — Pregunta la mujer, aún con su mirada completamente seria.
— P-por
supuesto... Pero sólo para saber, ¿cada cuánto tiempo es que planea tener lista
tal cantidad?
— Cada
una semana. — Sentencia Ilen.
— Eso
es bastante para vender, quizás un poco excesivo. — Murmulla Diriun, de manera
que sólo Theo pudiese escuchar.
Ante el pobre actuar de su compañero, Theo decide
que debe intervenir antes de que pierdan completamente la credibilidad,
especialmente viendo el rostro inmutable de la mujer.
— Realmente
creo que es posible el vender la cantidad que usted propone, pero lo encuentro
un poco complicado partir de una vez con...
— No
hay que preocuparse de ello. — Interrumpe Ilen a Theo. — Eventualmente la idea
sería partir con una cantidad cercana a las 10000 unidades, quizás menos. No
somos ingenuos respecto a eso, después de todo ya hemos experimentado en el
pueblo.
— Me
parece bien, introducir el producto de manera progresiva es la forma más
eficiente, podría...
— Aquí
lo importante es que si llegásemos a confiar en ustedes, el peor escenario
posible es que en determinado momento no puedan ser capaces de pagar por uno de
los lotes semanales, lo cual nos pondría en un aprieto a nosotros y haría que
todo el sistema se derrumbase. Entienda entonces el porqué de mi deseo de hacer
negocios sólo con alguien lo suficientemente serio y responsable para lidiar
con esto.
Siendo constantemente interrumpido, la confianza del
hombre comienza a ser afectada, de alguna manera se siente pasado a llevar y
sin control alguno sobre la conversación.
— Con
todo respeto Lady Ilen, usted puede confiar en nosotros, basta con revisar los
antecedentes de mi socio aquí presente. — Réplica Theo, con claros signos de
nerviosismo. Diriun a su lado yace mudo y consternado.
— La
confianza es para los niños, las familias y quizás para las parejas. Pero aquí
estamos hablando de negocios y soy muy sería al decirles que no correremos el
riesgo con ustedes sino es con garantías. — Vuelve a insistir la mujer, con su
usual rostro inexpresivo y voz dura.
— ¿Garantías?
— Pregunta Diriun.
— Si
ustedes desean hacer negocios con nosotros, un contrato debe ser hecho,
garantizado a través del gremio de comerciantes como intermediario, en el cual
usted o ustedes, se comprometen a la compra regular de nuestro producto por un
año, sin importar el estado de las ventas. Además, deberán poner en garantía
bienes o propiedades con un valor equivalente al menos a la mitad del valor del
contrato, en el caso de que no tuviesen el dinero para pagar o terminase
abruptamente el negocio por circunstancias de competencia suya.
Los ojos de Diriun se desorbitan una vez Ilen
termina de hablar, incluso con la sensación de no haber entendido claramente
todo. Theo por su parte, comienza a ponerse de varios colores, habiendo
entendido claramente todo, pero sin saber que hacer o decir en este momento.
— Disculpen
caballeros. — Interrumpe el extraño niño, en un momento en donde ambos hombres
estaban a punto de ponerse en blanco. — Antes de que decidan algo tan
importante como esto, por favor, prueben algo de las especialidades de Lady
Ilen.
En ese momento, el niño descubre el contenido de los
platos en el centro de la mesa. En uno de los platos hay variados tipos de
panes, cortados en forma de pequeños cuadrados, en el otro, varios contenedores
de cerámica llenos de lo que parecen ser líquidos cremosos de variados colores.
Antes de que cualquiera preguntara de lo que se
trata, el muchacho toma uno de los cuadrados de pan, y con la ayuda de un cuchillo,
remueve un poco del contenido de uno de los frascos para luego untarlo en el
pan. A continuación, se lleva el pan a la boca y lo come con gran gusto,
haciendo exagerados gestos acerca de lo sabroso que es.
Aún un poco aturdidos por las palabras de Ilen,
ambos deciden probar la extraña comida que les es ofrecida, imitando
exactamente los pasos que acaba de realizar el niño. Al siguiente instante,
ambos están completamente sorprendidos y deleitados por el extraño y dulce
producto.
— Lo
que comen se llama Mermelada. — Les informa la mujer, antes de que alguno
pudiera siquiera preguntar. — Como podrán notar, está hecho de frutas, de una
manera en que se puede apreciar un sabor increíblemente dulce mezclado con
ellas. Realmente un deleite para los sentidos y en gran variedad de sabores.
— Es
increíble. — Comenta Theo, con sus manos ocupadas mientras prepara un bocado de
diferente sabor.
— Les
presento esto, para demostrar que no sólo tenemos el Dulce de leche, sino una
gran variedad de otros productos. — Agrega Ilen. — La idea es introducirlos
progresivamente. Esa exclusividad también quedaría estipulada en el contrato
que llegásemos a firmar.
El sorpresivo nuevo producto entusiasma demasiado a
ambos hombres, borrando en parte el desagradable sentimiento que acababan de
experimentar hace poco. Theo es quien comienza a analizar detalladamente la
situación en su cabeza, mientras aún se encuentra probando los diferentes
sabores de mermeladas. La propuesta es extremadamente atractiva, más aún con el
nuevo producto presentado, la promesa de otros nuevos y la exclusividad sobre
estos. El problema es el famoso contrato que hay que firmar y las brutales
garantías, que pese a poder ser cumplibles, representan una parte importante de
los bienes de su compañero y posiblemente un poco de los suyos. Aunque lo que
más lo perturba, es la idea misma del
contrato, dejándolo con una serie de dudas que necesita preguntar;
— Lady
Ilen, este producto es realmente sorprendente... Pero tengo que preguntar
acerca del contrato que acaba de sugerir. Nunca he oído acerca de algo
parecido, ni menos a un gremio garantizándolo. He oído quizás de acuerdos entre
comerciantes y la casa real que poseen características algo similares, pero
nunca algo tan específico y tan a largo plazo. ¿Cómo el gremio va a ser capaz
de aquello?, si siempre ha actuado como mero mediador.
— Es
simple señor Theo, las herramientas existen pero no se usan. Habiendo hablado
bien con el gremio de mercaderes, descubrimos que el gobierno real puede
garantizar acuerdos particulares entre personas. Es algo bastante utilizado
especialmente en temas de herencia y préstamos, y una vez consultamos lo
nuestro con el ministerio, no nos presentaron ningún problema, es más, la
intermediación del gremio de comerciantes como validador del acuerdo, aumenta
el peso del contrato y prácticamente garantiza su aplicación. Lo único que
exige el ministerio es un pago administrativo de una moneda de plata y, en el
caso de ser necesaria su intervención, el 1% de los bienes que se deban
incautar.
Tanto Theo como Diriun, quedaron con la boca abierta
ante la explicación de la mujer, que a pesar de portar un gran encanto y
belleza, posee una fría mirada a la hora de discutir, dejándolos con una
sensación de pequeñez cada vez que les dirige la palabra.
A continuación, un silencio incómodo surge entre los
presentes. Habiendo ya probado todos los tipos de mermelada, a ambos hombres no
les queda otra cosa que decir y preguntar, ni tampoco tienen el valor para
buscar un mejor trato, ante la mirada de la mujer que en ningún momento se ha
apartado, como en todo momento diciendo "¿Que decidieron?".
— Nos
puede disculpar un momento. — Rompe el silencio Diriun, poniéndose de pie. —
Necesito hablar unas palabras con mi socio.
— Por
favor, discutan todo lo que necesiten, pero les informo que sólo tenemos este
cuarto hasta el mediodía, procuren no tardar demasiado. — Indica Ilen.
— No
se preocupe, sólo estaremos afuera de la habitación por un momento.
Luego de que ambos hombres abandonan la habitación,
el silencio se apodera de esta. Los únicos sonidos que se pueden escuchar, es
la del niño comiéndose los resto de la mermelada utilizando sus manos, mientras porta una
mirada reflexiva, y la de los dedos de Ilen repicando sobre la mesa, en un
claro gesto de impaciencia. Las miradas de ambos se encuentran y el niño
responde con una traviesa sonrisa y un guiño con uno de sus ojos, causando que
la mujer entrecierre los suyos y murmulle quejas para sí misma, para luego
distraer su atención con un pequeño
libro que portaba entre sus ropas.
Una vez ambos hombres vuelven a la habitación y se
sientan a la mesa, se puede ver claramente la resolución en cada una de sus
miradas.
— Lady
Ilen. — Comienza Theo. — Después de analizar su propuesta, hemos decidido
aceptar las condiciones para negociar con usted. Pero nos gustaría solicitar al
menos una cosa.
— Que
el traslado de la mercancía a Girelia fuese responsabilidad suya. — Agrega
Diriun. — Queremos que al menos se nos quite esa responsabilidad del contrato.
Ilen se mantiene en silencio por unos segundos,
luego mira en dirección al niño, quien sutilmente le hace una señal guiñando un
ojo.
— Me
parece bien. — Responde Ilen. — ¿Les parece entonces si redactamos el contrato?
Luego de que ambas partes aceptan las condiciones,
utilizan el resto de la mañana en la redacción del contrato, utilizando de base
un borrador que Ilen ya traía consigo. Al terminar, y ya con el sol de
mediodía, los hombres respetuosamente se despiden de ella y se retiran de la
habitación para emprender su rumbo a Girelia.
— Al
parecer todo salió bien. — Dice el niño, una vez los dos hombres ya se han ido.
— Fue
un poco difícil mantener este extraño personaje que me hiciste hacer. Pero en
verdad sentí que los tuve bajo mi control todo el tiempo. — Comenta Ilen.
— A
mí me pareció bastante natural, creo que ni siquiera te esforzaste.
— Gracioso...
Ahora que recuerdo, que fue esa risa cuando nos estábamos presentando, ¿era
necesario que te rieras de esa forma?
— Lo
siento, es que no pude aguantarme al ver esa escena tan melosa... Lady Ilen. —
Una gran y pícara sonrisa se dibuja en el rostro del muchacho al decir la
última sentencia.
— ¿Estás
jugando conmigo?, vámonos de una vez, que Mirina y Eli deben estar
esperándonos. — Dice Ilen con un rostro sumamente enojado y avergonzado.
— Si
madame, este esclavo suyo esta para servirle, por favor no me golpee con el
látigo. Este esclavo no soportaría otra noche de agonía en la celda. — Se queja
satíricamente el niño, mientras se arrodilla frente a Ilen.
La mujer toma una jarra de agua que está dispuesta
junto a la mesa y la vacía sobre la cabeza del niño, luego se retira de la
habitación ofuscada.
— Creó
que me excedí. — Murmulla el niño para sí mismo, mientras yace en medio de un
charco de agua.
***
Mientras tanto, unos minutos después, dentro del
carruaje que transporta a Theo y Diriun, un silencio sepulcral se siente desde
que se sentaron ambos. Uno sentado frente al otro, tratan de procesar lo que
ocurrió hace poco, con sentimientos muy confusos dentro de sus cabezas. Cuando
pareciese que se la pasarán el resto del camino de esta forma, Theo es el
primero en abrir la boca;
— Sabes,
después de muchos años de hacer esto... De haber lidiado con tantos y todo tipo
de individuos... Siento un extraño sentimiento esta vez... Algo, no se... Muy
difícil de describir... Como si me hubieran violado.
— Creo
que exageras. — Replica Diriun. — Es verdad que me sentí un poco intimidado,
¿pero no logramos acaso lo que vinimos a hacer?
— Sí,
pero el tema es que arriesgamos más que nunca, casi todo lo que tenemos. Incluso
he tenido que poner parte de mis bienes también.
— Por
cierto, ahora que recuerdo, ¿quién era ese niño?
— No
lo sé, su ayudante, hermano, hijo, ¿a quién le importa?
— Espero
que no sea su hijo...
— ¿Estas
demente?, no arruines esto metiéndote con esa mujer, ¿acaso planeas acabar este
negocio antes de que siquiera comience y dejarnos en la bancarrota? Además, no
sé qué le ves, estar con ella es equivalente a querer ser castrado.
— Lo
sé, lo sé, no lo voy a hacer. Pero imagínate que pareja formaríamos, seríamos
unos comerciantes imparables.
— ¿Y
tu esposa que diría de todo eso, serias capaz de abandonarla?
— Podría
hacerla mi segunda esposa.
— No
le veo cara de querer ser segunda en nada. Posiblemente tu termines
convirtiéndote en su segundo esposo, o quizás esclavo mejor dicho.
Poco a poco el ambiente comienza a animarse y ambos
hombres continúan charlando, mientras el carruaje continúa su camino. Quizás no
lo pareciera, pero es el comienzo de una gran e increíble aventura comercial
para los dos.
Parte 4
Camino
principal entre Girelia y Sunen año 5539 mes 2 día 15
Es un precioso y
soleado día, mientras nos encontramos en la carretera camino a Sunen. Nuestro
carruaje se estremece por la usual irregularidad del camino, pero el panorama
es tan refrescante, que disfruto bastante con la cambiante vista a medida que
avanzamos, especialmente cuando pasamos cerca de algún arrollo o los poco
comunes campos de flores ("Suena afeminado, pero con lo poco que tengo
para distraerme, todo es bien recibido").
Desde la reunión con los mercaderes, el pasado mes,
las cosas han avanzado progresivamente. Después de hacer oficial el contrato,
entregamos una nada despreciable producción de 10000 unidades de caramelos
("al precio usual de 1 moneda de cobre por cada uno"), la cual, como
era de esperarse, se vendió en un sólo día, atrayendo la atención de muchos en
la ciudad, especialmente las mujeres y los niños. Por supuesto, por ser la
primera venta, participamos activamente en la propaganda y supervisamos durante
la mañana que todo marchara de manera correcta, especialmente la manipulación
del producto ("Después de todo, el caramelo debe ser mantenido en lugares
frescos, evitando el sol y la humedad"), pues quería asegurarme que la
primera venta estuviese exenta de cualquier problema y quejas de los clientes.
Después de la primera venta, comenzamos a entregar
la cuota regular de caramelos, 20000 unidades, para lo cual ni siquiera hubo
que esperar por más de un día para que se vendieran todos. El prestigio de
Diriun como comerciante, sumado a su enorme tienda, ubicada en el área
comercial más próspera de la ciudad (la cual lejos de ser un puestito en una
feria, es el primer piso de su hogar y un reconocido lugar de compra de
artículos para cocina, además de gran variedad de especias), atraen personas
con un buen poder adquisitivo, las cuales usualmente compran de 10 a 20
unidades por vez, aunque hay algunas que compran hasta 100.
Inicialmente, Diriun partió cobrando 1.5 monedas de
cobre por unidad (o sea 2 por 3 monedas), pero habiéndole ido tan bien en el
primer día, inmediatamente subió el precio a 2 monedas por unidad la semana
siguiente, sin afectar casi en nada la velocidad con que se han vendido hasta
ahora. Sin duda es un negocio lucrativo, tentándome bastante a la posibilidad
de aumentar más la cuota o expandirse a
otras ciudades, aunque el punto limitante es la producción de azúcar
("Estoy en el límite de mi capacidad productiva"). Pese a que el
trabajo de procesar la caña lo he delegado a Albert, este ya se encuentra bastante
sobre exigido, por lo que la expansión de nuestra capacidad industrial es clave
a la hora de pensar en producir más azúcar ("Me siento como todo un
empresario"). Pero el tema de fondo para mí, al pensar en la contratación
de personas, es la confianza, por lo que decido que aún no es tiempo para dar
el gran paso. Después de todo, nuestras ganancias superan con creces la de
cualquier comerciante en el pueblo y quizás la ciudad (cerca de 80 monedas de
oro al mes), aunque claro, Albert también recibe su merecida recompensa por su
esfuerzo (actualmente le doy 6 monedas de oro al mes. Lo que ganaría una
trabajador común en un año), ya que aparte de la producción de azúcar, también
ayuda con las entregas a la ciudad.
Ahora mismo, venimos de vuelta de haber entregado la
producción de la semana, trabajo que hacemos turnándonos con Albert, ya que me
gusta ir a la ciudad a hacer las compras ("En parte me entretengo
también"), debido a que hay muchas más cosas y variedad de productos que
en nuestro pueblo, destacándose los insumos que utilizamos para la producción
de azúcar. Algunas veces traemos a Mirina con nosotros, pero lo usual es que
sólo seamos Ilen y yo, lo que se da para el caso actual, pues a pesar de que la
carga es de 20000 caramelos, el tamaño es tal, que es innecesario la ayuda de
más personas.
Nuestra relación ha mejorado incluso más, con estos
periódicos viajes que realizamos sólo los dos. Mientras Ilen se encarga de las
riendas de la carreta, yo me quedó a su lado y conversamos de todo tipos de temas,
aunque al final, si la dejó guiar la conversación, siempre terminamos por
hablar de mi hermana Eli ("Por dios que ama a esa niña"), la cual ya
tiene 3 años y está demostrando ser bastante enérgica, atrayendo mucho la
atención de su madre substituta ("Cuando aprenda a hablar y tenga algo de
conciencia, planeo que Ilen se haga pasar por su madre real, al menos hasta que
llegue a una edad en donde podamos contarle la verdad").
Mientras aún me encuentro perdido entre pensamientos
idílicos, algo extraño me saca de mi estado, una vez salimos de una curva. A lo
lejos, a unos 200 metros frente a nosotros, comienzo a divisar movimientos poco
usuales, lo que parece ser una carreta y algunos jinetes a su alrededor
("¿Quizás una patrulla del reino?"). A medida que nos acercamos,
comienzo a ver con más claridad, los jinetes parecieran estar bajando a las
personas de la carreta, indiscutiblemente en contra de su voluntad, pues el
forcejeo es evidente.
Rápidamente tomo una de las manos de Ilen, quien por
supuesto ha estado al tanto de todo, aunque en silencio, progresivamente
bajando la velocidad del caballo.
Es en el momento en que escuchamos el aterrador
grito de una mujer, cuando comprendo que la situación es mala, pues claramente
los jinetes no son guardias del reino, sino posiblemente bandidos.
Ilen inmediatamente detiene la carreta, su mano
aprieta fuertemente la mía. Una sensación indescriptible recorre mi cuerpo,
además siento un nudo en mi estómago y el corazón pareciese que se fuera a
salir por mi boca. Realmente algo que nunca pensé ver, está pasando frente a
mis ojos, y toda la experiencia de mi vida pasada no sirve de nada en una
situación como esta.
— ¿Qué
hacemos? — Le preguntó a Ilen, en un tono casi inaudible.
— Lo
único que podemos hacer es volver por dónde venimos. Si tenemos suerte no nos
notarán.
La mano de Ilen que me sostiene, tiembla y suda
profusamente, mientras con la otra, lentamente guía al caballo para que dé la
vuelta dentro del camino. Por mi parte, no puedo evitar sentir mis cabellos
ponerse de punta, cada vez que oigo los gritos de la mujer que forcejea con los
bandidos.
— ¿Qué
pasará con ellos? — Término preguntando, con un gran miedo reflejado en mis
palabras ("Aunque no soy un ingenuo respecto a lo que les podría pasar,
tengo que preguntar").
— Los
robaran y probablemente... A la mujer la violaran. — Sentencia Ilen, con una
mirada abrumada y con un miedo que se traspasa a mí a través de su mano.
Respondo sujetando fuertemente su mano, haciendo que
de alguna manera se tranquilice. Lentamente entonces, la carreta gira para
ponerse en dirección a Girelia, tratando de hacer el menor ruido, llegando a
ser traumático cada vez que las ruedas arrastran alguna piedra, haciendo un
detestable y agudo sonido. Mientras tanto, aun sujetando a Ilen, me mantengo sin
perder de vista a los bandidos.
Cuando ya estamos poniéndonos en marcha, lentamente
para no llamar la atención, lo peor que pudiese suceder, sucede. Uno de los
bandidos, que aún se encontraba sobre su caballo, nos divisa, haciendo que
inmediatamente el resto ponga su foco sobre nosotros. A una distancia de casi
150 metros, dos de los bandidos parten a todo galope a nuestro encuentro.
Lo que sucede a continuación puedo describirlo como
un estado casi de shock. Mientras Ilen agarra firmemente las riendas y se
prepara para hacer que el caballo tire con todo, mi mente parece trabajar a mil
por hora. Pareciese que me fuera a dar una ataque por el miedo, siento la
sensación de que todo está pasando en cámara lenta. Analizo rápidamente nuestro
predicamento, y es que es claro que no tenemos manera de huir de ellos, pues
nuestro único caballo tirando de esta carreta (con nosotros y la carga
incluida), está lejos de ser un rival para los jinetes.
En un desesperado intento por encontrar una salida,
comienzo a mirar a mi alrededor, mi estómago se revuelve pensando en lo que le
podría pasar a Ilen si nos atrapan. A nuestra izquierda se encuentra un pequeño
cerro, que rodeamos hace poco, y a nuestra derecha una empinada bajada que se
encuentra directamente con un área boscosa.
No tengo tiempo para dudar, instintivamente jaló
fuertemente la mano de Ilen, quien gira hacia mí su perturbado rostro. Su mano
sigue temblando, pero encuentro la forma de que me preste total atención.
— ¡Bajémonos
de la carreta!... Allí. — Le grito, para después apuntar, hacia los arbustos al
pie de la bajada.
Creo que mis ojos logran de alguna manera transmitir
mis pensamientos y ella, aun temblando, luego de mirar una vez más hacia
nuestras espaldas, asiente y rápidamente se baja de la carreta junto a mí. A
continuación, descendemos tambaleantemente por la empinada pendiente,
totalmente irregular y llena de rocas sueltas. Ilen súbitamente tropieza con
una de dichas rocas, la cual se deprende, causando que tanto ella como yo, que
me encuentro aún sujetado de su mano, caigamos precipitadamente, rodando e
impactando el suelo. El mundo literalmente gira a mí alrededor y por poco mi
cabeza impacta una de las tantas rocas que sobresalen del suelo.
Con mi boca llena de tierra y mi cuerpo adolorido,
por haber golpeado todo tipo de obstáculos, rápidamente me pongo de pie y tiro
del brazo de Ilen para que se levante. No tengo tiempo para preguntarle cómo se
encuentra, pero noto sus piernas lastimadas y algo de sangre corre por su nariz
y frente. Tiro de ella con todas mis fuerzas y prácticamente la obligo a correr
junto a mí, aunque un poco tambaleante, sus piernas se mueven y se apega a mí
jadeando.
— Vamos
Ilen... Vamos... Lo podemos lograr. — le digo jadeando por el cansancio. — Si
llegamos podremos escondernos.
En un intento por saber qué es lo que pasa a
nuestras espaldas, volteo por un segundo a ver qué sucede, pero no veo a nadie
persiguiéndonos, lo único que logro ver es a los caballos junto a nuestra
carreta, pero ni rastro de los bandidos (quizás debido al complicado ángulo
desde donde los intento ver). Lejos de sentirme aliviado, me apresuro a llegar
a los arbustos y presiono mucho más a la cansada Ilen. Cuando logramos llegar,
rápidamente nos internamos dentro de la vegetación, continuando nuestra alocada
carrera, tropezando con ramas, rasgando nuestras ropas y al final, terminamos
por arrojarnos bajo un tupido matorral, ya que comienzo a notar que las piernas
de Ilen ya no pueden más.
Escondidos bajo el arbusto, me abrazo fuertemente de
Ilen, la cual responde recíprocamente, sujetando con sus manos mi cabeza en su
pecho. Mi corazón no deja de latir con fuerza, así como puedo sentir el de ella
a través de sus ropas y también su cuerpo temblando descontroladamente.
Nuestras bocas no dicen una palabra, ni siquiera de aliento ni consuelo,
simplemente nos apoyamos con nuestros cuerpos y tratamos de no emitir ningún
sonido. Una angustia increíble me revuelve el estómago por la posibilidad de
que nos atrapen, sintiendo que en cualquier momento pudiese vomitar.
Levemente alzo mi mirada y me encuentro con el
rostro de Ilen, cuyos ojos están cerrados y fuertemente apretados, además de
notar una enorme mancha de sangre en su frente y otra más pequeña en su nariz.
Hago lo posible por calmarla, levantando una de mis manos para ponerme a
acariciar suavemente su cabello y con la otra la abrazo con mucho más fuerza
que antes.
Pasan lentamente los segundos, con la gran
incertidumbre fundida en mi mente, luego poco a poco los minutos, mientras
comienzo a calmarme y noto que Ilen también lo hace ("Su corazón me lo
dice"). Pese a eso, no me despego, sin confiarme de nada, me mantengo
firmemente abrazado a ella, quien no parece también querer separarse. Pasa
tanto tiempo, que por el sudor, se llega a poner húmeda el área donde nos
encontramos unidos, y el sueño pareciera querer apoderarse de mí.
El silencio se mantiene, pero el sentimiento de
seguridad entre ambos nos termina tranquilizando. Entonces, habiendo pasado un
tiempo considerable, decido que es hora de levantarme y constatar la situación
a nuestro alrededor, pese a que Ilen pareciera no querer dejarme ir. Me cuesta
bastante sacarla desde nuestro escondite y noto que aún está bastante afectada.
Una vez de pie y fuera del matorral, lo primero que me preocupa son las heridas
del cuerpo de ella, quien se encuentra ahora sentada y con su vista perdida a
lo lejos. Primero, con mi pañuelo y un poco de saliva, limpio las manchas de
sangre de su rostro, increíblemente, con una mirada tan extraña por parte de
ella, una mezcla de miedo y ternura, que me golpean fuertemente en mi pecho,
como nunca antes.
Poniéndome a pensar seriamente, aparte de la vez
cuando murieron mis padres, Ilen nunca ha mostrado un rostro tan vulnerable
como el de ahora. Lejos de ser la dura y confiable mujer de siempre, con su
desplante de madre y controladora en el hogar, ahora yace sentada en el suelo,
desmoronada y con su mirada pérdida mientras limpio su ensangrentado rostro.
Parte de mi siente el instinto de todo hombre de proteger a una mujer, pero
otra parte importante tiene miedo, ese miedo que causa ver a alguien tan fuerte
de pronto caer de su pedestal.
Comienzo a mira detenidamente el rostro de Ilen, de
alguna manera tratando de conseguir su mirada, pero a pesar de lograrlo, no
consigo sentir que realmente percibe lo que está sucediendo ("¿Estará en
una especie de shock?"). Entonces hago lo primero que se me viene a mi
mente, que pudiese sorprenderla o quizás hacerla enfadar, y le doy un enorme
beso, sujetando fuertemente su cabeza para que no pueda escapar (“Debo admitir
que desde hace tiempo que he querido hacerlo”). Sin escatimar en recursos,
incluso introduzco mi lengua en su boca, con tal de que sienta un mayor
impacto. El resultado es el esperado, pues a los pocos segundos, salta como un
resorte desde mis brazos, con un rostro de sorpresa y disgusto.
— ¿Q-Que
paso, por que estabas haciendo eso?... La carreta... ¿Dónde...? — se queja
erráticamente, mientras mira a su alrededor.
— ¡Ilen,
reacciona!, ¿Sabes lo que sucedió, no es así? — Le digo, sujetándola de sus
hombros.
— Por
supuesto, pero ¿cuánto tiempo ha pasado desde que estamos aquí?, recuerdo todo,
pero perdí la noción del tiempo desde que nos ocultamos en el arbusto... ¿Por
qué lo del beso?
— Para
despertarte bella durmiente, estabas como en trance, una especie de bloqueo
mental o un ataque de pánico. Era lo único que se me vino a la mente, aparte de
darte una buena cachetada, pero como ya estás muy lastimada... Déjame ver tus
piernas ahora, creo que durante la caída te lastimaste también.
Ilen, aún sentada en el suelo, levanta la falda de
su vestido, con un poco de preocupación en su rostro, pues al parecer no se
había percatado de lo lastimada que está. Con sus piernas descubiertas, puedo
ver claramente incontables raspones y una que otra herida cortante, en general nada
importante, a excepción de un corte bastante profundo en el muslo de su pierna
izquierda. El sangrado ya se ha detenido, por lo que decido no hacer nada
invasivo, más que cubrirla con un pequeño trozo de mi ropa (La más limpia que
pude rasgar), a modo se venda. Su rostro se haya completamente sereno, aunque
por momentos puedo notar aparecer un poco de vergüenza, en especial cuando
nuestras miradas se encuentran.
— Estamos
a salvo Ilen. No creo que nos estén buscando. — Digo, para romper el silencio,
que a pesar de no ser incómodo, se estaba volviendo eterno.
— Lo
sé. Eres muy valiente.
De pronto, noto que los ojos se Ilen se quedan
pegados en mí, mientras me deja limpiar las sangre de sus piernas. Aunque trato
de no distraerme por eso, no puedo evitar mirar de reojo de vez en cuando, para
encontrarme con un rostro completamente sereno, pero no con la fría y usual
mirada que siempre tiene, sino la de alguien observando algo asombroso. Un poco
perturbado, trato de que no me afecte la extraña sensación de su mirada y
termino de limpiar la sangre.
— Quiero
que te quedes aquí por un momento. Voy a ver lo que sucede en el camino. — Le
digo a Ilen, poniéndome de pie y mirando hacia donde se supone esta la carreta.
— Por
favor ten cuidado.
Haciendo el menor ruido posible, me escabullo por
entre los arbustos hasta encontrarme con la pendiente que da hacia el camino.
Me quedó por unos momentos observando a mí alrededor, con sólo una pequeña
parte de mi cabeza asomada. Y para cuando me convenzo de que no hay peligro,
decido subir para poder constatar la situación de nuestra carreta.
Al llegar arriba, noto inmediatamente que nuestra
carreta ha sido apartada fuera del camino, el caballo no está y aparentemente
se han robado todo lo de valor que transportábamos. A mi izquierda hay un grupo
de personas reunidas, en el exacto punto donde estaba la carreta que fue
abordada por los bandidos. Diviso al menos dos carretas, aparte de la que
pertenecía a las víctimas. Esta carretera es bastante transitada, así que deben
ser personas que se encontraron con la compleja escena y se detuvieron a
ayudar.
Decido correr el riesgo y me acercó lentamente hacia
las personas, preparado en todo momento para correr si llego a notar cualquier
cosa extraña. Cuando me acerco lo suficientemente cerca, escucho claramente el
lamento de una mujer, y varias otras tratando de consolarla. Una vez ya allí,
me percato de la trágica escena, pues un hombre yace tendido boca abajo junto a
la carreta atacada, a su lado una mujer de rodillas, con sus ropas rasgadas,
llora sin consuelo, mientras otras dos mujeres la tiene cubierta con un pequeño
manto y la abrazan por la espalda, tratando sin éxito de apaciguar su pena. No
tengo que adivinar nada, así que me limito a solicitar ayuda de las personas de
una de las carretas detenidas.
Con la ayuda de un amable hombre, que accedió a
prestarme su ayuda luego de haberle contado mi situación, volvimos donde se
encontraba Ilen y tambaleantemente la trajimos de vuelta al camino. Una vez
allí, buscamos las pocas pertenencias que quedaban en la carreta y nos subimos
en la parte trasera de la del amable hombre, que además viaja con su esposa e
hijo.
El rostro de Ilen se tornó rápidamente melancólico,
una vez pasamos junto a las víctimas de los bandidos. Así que opté por
abrazarla y recorrer todo el camino hacia Sunen de esta forma, en silencio y
con la sensación de haber superado una de las cosas más terribles que he
experimentado en mi vida.
Interesante el capitulo no me esperaba para nada lo de los bandidos.
ResponderEliminar:) expect the unexpected
EliminarSi no me equivoco eso significa espera lo inesperado.¿Verdad?
EliminarEn efecto
Eliminar