7.
Guardaespaldas
Parte 1
Después de haber
experimentado el traumático incidente con los bandidos en la carretera, comencé
a pensar seriamente acerca de los reales peligros que nos rodean. En cierto
sentido, Sunen es un verdadero paraíso, con su amable gente, la seguridad
militar en torno al mercado central, el patrullaje de los principales caminos,
etc. Pero aun así, existen grandes peligros que asechan cuando uno menos se los
espera. Los bandidos son una realidad, ahora lo sé bien, así como me di cuenta
de lo ingenuo que fui al ignorar tal hecho. Perdimos nuestro caballo y también
algunos bienes (la carreta la di por perdida también), pero lo que más me
dolió, fue el ver sufrir a Ilen de esa manera. Desde ese día también pude ver
un cambio en su actitud, ya no tan confiada, sino un poco dubitativa en
momentos que nunca lo fue, además de poner una extraña mirada cada vez que
nuestros ojos se encuentran. Incluso se ha vuelto mucho más apegada a Eli, en
un claro intento por resguardarse en ella. Las usuales conversaciones que
teníamos durante las noches, se han transformado en momentos cortos de un
incómodo silencio, peor aún, su voz a veces tambalea cuando se dirige a mí.
Todo esto me hace sentir terrible. Lo único que espero, es que el tiempo pueda
sanar las heridas en su mente.
Otra afectada, indirectamente, fue Mirina, que se
escandalizó cuando supo lo que sucedió y corrió a abrazar a Ilen, en cuanto la
vio llegar en el estado en que termino. Fue realmente duro calmarla y hacer que
se separara de ella, ni siquiera los dulces pudieron hacer que su ánimo
mejorara (Aunque no los rechazó). Fue necesario un buen tiempo para que
recuperara su usual actitud.
Con respecto al trabajo, no hubo muchos cambios, ya
que el contrato sigue vigente y no es mi intención el rendirme ante un sólo
incidente. Por lo que pensé en soluciones a corto y largo plazo para nuestros
problemas de seguridad, considerando costos y mi creciente paranoia. Primero,
recurrí a la contratación de guardias improvisados para custodiar el transporte
de los caramelos ("La seguridad de Albert también es una prioridad"),
improvisados porque son usualmente amigos o conocidos de Albert, habiendo
algunas veces en que logro contratar algunos guardias de caminos ("Una
moneda de plata por medio día, es bastante tentador para cualquiera").
Segundo, la búsqueda de un guardaespaldas de tiempo completo.
La idea del guardaespaldas no es algo que pensé de
manera rápida, sino la conclusión de una larga y compleja meditación,
considerando no sólo los riesgos en carretera, sino también nuestro constante
crecimiento como empresa, que querámoslo o no, cada vez es más conocida nuestra
fama por los dulces y las ganancias que nos trae ("Siento que el riesgo
puede existir incluso en nuestro hogar"). Por lo que una o más personas,
altamente entrenadas en combate, serían ideales para proteger tanto nuestras
mercancías como nuestra casa. El problema de fondo, claro está, es la confianza
que puedo depositar en desconocidos ("Si tan sólo encontrar a alguien
extremadamente honrado y confiable fuera sencillo").
Decidí que mientras reunía información acerca de
cómo encontrar buenos guardaespaldas, me mantendría por mientras con los
guardias improvisados. Envíe cartas tanto a mi Abuelo como a Theo, en busca de
los mejores consejos y lugares donde encontrar personas adecuadas para hacer de
guardaespaldas a tiempo completo. Mientras tanto, dedique mi tiempo libre a tratar
de calmar los ánimos de Ilen y Mirina, además de prestarle más atención a mi
querida y cada vez más energética hermana.
Definir a Eli es bastante complicado, pues es una
niña de personalidad cambiante. Cuando
se encuentra con Ilen, es adorable y tranquila, siempre tratando de buscar el
favor de ella e irradiando un aura pura cada vez que se encuentra en sus
brazos. Cuento aparte es cuando pasa su tiempo con Mirina, pues se desata y
estalla en una animosidad digna de ser reconocida ("Hay veces que no puedo
evitar asociarla a un pequeño chimpancé hiperquinético"), además de que
poco a poco ha empezado a contagiarse con el gusto por los dulces. Y
finalmente, cuando se encuentra conmigo, se transforma en una niña bastante
sería y precavida, tratando de imitarme cuando estoy haciendo algo que le
interesa o prestando mucha atención cuando trato de enseñarle
("Últimamente estoy tratando de enseñarle a hablar bien y a decir algunas
palabras un poco más complejas"). En sí, es una niña muy adorable, capaz
de moverme el corazón con mucha facilidad y hacerme siempre pensar en cómo
hacerle la vida mucho más fácil y segura.
Mirina es virtualmente el alma de la casa, con su
eterno buen ánimo y su contagiosa sonrisa, elevando la moral cuando nos
encontramos trabajando y siempre con extraños y graciosos temas de conversación
("Principalmente acerca de dulces"). Hoy por hoy ya es toda una
adolescente, con sus casi 15 años ("Aunque no sé por qué tengo casi la
misma altura que ella"), emanando el aura de una agraciada señorita cuando
realmente se lo propone. Nuestra relación ha cambiado un poco con el tiempo,
pues si bien seguimos siendo apegados, ha comenzado a poner una prudente
distancia entre nosotros y a demostrar vergüenza a la hora de expresarme su
afecto ("Aunque el efecto es opuesto, pues hace que sienta mucho más
atraído"), cambiando los antes usuales besos en la mejilla por simples
abrazos.
En un intento por encontrar la manera de levantar el
ánimo de las mujeres, así como de
distraerme de mis pensamientos pesimistas y miedos, comencé a recordar algunas
interesantes cosas de mí otro mundo. A decir verdad, no es algo que simplemente
se me ocurrió ahora, sino que ya lo había pensado en mis momentos de mayor
aburrimiento, cuando tenía 3 o 4 años, pero que por mi falta de habilidad
manual y para no levantar demasiadas sospechas, decidí ignorar. Hablo de los
famosos juegos de mesa, al menos los que yo aprendí a jugar.
En este mundo estancado en la edad media, es poco
común encontrar formas de diversión más complicadas que lanzar una herradura
contra un palo. Los festivales locales irradian felicidad y los niños juegan
entre ellos, pero no van más allá de entretenerse con tiras de género, palos y
arrojándose piedras ("Bueno, hasta yo me entretuve en mi infancia con una
buena pelea a piedrazos. La regla principal es que el juego termina cuando
alguien sale herido"). Los nobles poseen un poco más de refinamiento en
este aspecto, gustando de juegos de azar, como los dados y el clásico de
encontrar la bola oculta entre las 3 copas ("Un timo que vi hasta en mi
mundo"), pero ningún juego de mesa como el que yo jugué cuando era niño.
Así que decidí que era hora de traer un poco de entretenimiento de verdad a la
casa.
Lo primero que se me vino a mi mente fue el ajedrez,
pero sus reglas son demasiado complejas como para ser aprendidas fácilmente
("Aunque quizás Ilen pudiese"), por lo que opte por algo sencillo de
entender, capaz de ser jugado por más de 2 personas y que pueda otorgar horas
de diversión. El "Ludo". Juego diseñado para ser jugado con dados, en
que uno debe seguir un camino predeterminado que recorre todo el tablero, con
el uso de cuatro piezas, hasta que una de estas llegue al destino final en el
centro, eso sí, con el riesgo de que los oponentes caigan encima y eliminen tus
piezas, haciendo posible que el juego dure horas, si se dan las circunstancias.
Para la construcción del juego, hice uso de mis
mejores habilidades y herramientas disponibles. El tablero lo fabrique con una
tabla de la mejor madera que pude conseguir, la cual pinte con tintes que
compre en el mercado y que mezcle con aceite. Para las piezas recurrí a piedras
de río, meticulosamente seleccionadas y posteriormente pintadas. Y para lo más
difícil, los dados, en una primera instancia intente tallarlos en madera (Como
se suele hacer aquí), pero al no lograr nunca el refinamiento preciso y por
considerarlos muy livianos, termine por hacerlos de arcilla cocida,
desempeñándose mucho mejor, aunque si se lanzan con demasiada fuerza se pueden
romper.
Cuando llegó el momento de estrenar el tablero, me
sentí realmente nervioso, con el miedo de que quizás no les gustase a mis dos
compañeras de juego. Les explique a ambas las reglas, pero como se esperaba,
hubo que repetirle varias veces a Mirina para que finalmente las entendiera.
Ilen por su parte, se mostró realmente interesada en el juego y por primera vez
no preguntó por el origen del extraño tablero.
La primera partida fue todo un éxito. Me sentí como
en los viejos tiempos, cuando jugaba esta clase de juego con mis familiares y
amigos. Mirina se volvió adicta inmediatamente y con impaciencia esperaba
siempre su turno ("Sumándole una taza de leche con azúcar y unas galletas,
ella claramente estaba en el paraíso"). Ilen fue la ganadora, a pesar de
que realmente fui con todo, demostrando una habilidad excepcional para entender
rápidamente esta clase de cosas ("Creo que tengo a alguien para jugar
ajedrez, cuando me proponga fabricar uno") y derrotarme en mi propio
juego.
Una segunda y tercera partida fue ganada también por
Ilen, pero no me rendí y logre ganar la cuarta, ante una frustrada Mirina, que
estuvo a punto de lograrlo ("Tuve que darle unos cuantos dulces para
apaciguarla"). Esta última resultó ser bastante empalagosa por tratar de
que continuásemos, pero habían pasado tantas horas, que nos habíamos pasado por
mucho de la media noche y mi mente ya estaba cansada.
Sin duda fue uno de los mejores días que he tenido.
Principalmente por haber disfrutado tanto con mis familiares más cercanos y por
haber sido capaz de devolverle la sonrisa a Ilen.
Después de aquello, sorprendí a Mirina con un juego
especialmente pensado para ella, "Escaleras y serpientes", lo que la
dejó embobada y totalmente adicta. Parte de mí se arrepintió al poco tiempo,
pues se volvió verdaderamente fastidiosa, presionándome una y otra vez para
jugar, aunque no tuviera ni la energía ni el tiempo (" Espero que Eli
crezca pronto, o sino voy a tener que fabricar un solitario"). Empecé
también, la planificación para poder fabricar un ajedrez, pues siento la
verdadera necesidad de jugar algo lo suficientemente complejo como para hacerme
usar todo mi cerebro, a la vez que quiero competir seriamente con Ilen.
***
Punto
de vista de Ilen
Han sido unos años muy agitados, desde que mi
querida maestra murió, esa fatídica tarde que estará por siempre en mi memoria.
Criar a su única hija ha sido y es el mayor de los placeres que he tenido en la
vida, desde que la levanto en la mañana y tengo que despertar ese tierno
rostro, hasta cuando debo contarle una historia para dormirla en las noches. Sé
muy bien que no es mi hija, pero no puedo evitar, después de verla todos los
días, desde que era un pequeño bebé hasta ahora que es toda una adorable niña,
pensar que es mía. El día que me llamó "Mamá", sentí que me habían
golpeado el corazón con una enorme roca, tanto así, que las lágrimas comenzaron
a brotar de mis ojos sin control y llore de felicidad durante todo un día. Poco
después supe que fue Akeel quien le enseñó eso, pues insiste en que yo actúe
como su verdadera madre.
El trabajo doméstico se volvió cada vez más
sencillo, a medida que Mirina fue creciendo. La personalidad de esta niña es
algo con lo que hay que lidiar, pues si bien a la hora de cumplir sus
responsabilidades presta total dedicación, al momento de terminar se vuelve un
torbellino de energía en busca de algo con que entretenerse, demasiada energía
para mi gusto. Si esta niña hubiese estado en el lugar donde fui criada, esa
actitud hubiese sido detenida a golpes, lo vi de primera mano con una de mis
compañeras. La razón de por qué nunca se le ha reprimido su personalidad, es a
causa del deseo de Eline en un principio y posteriormente de Akeel, que desde
mi punto de vista la consiente demasiado. Quizás mi actitud hacia ella han sido
simples celos, debido a que no pude vivir esa clase de vida por mi cuenta, pero
a medida que pasa el tiempo, he comprendido lo inmadura que fui y poco a poco
he empezado a considerarla como una hermana.
Akeel es un ser extraño. Cada vez que pienso
detenidamente acerca de todo lo que ha hecho y no ha hecho, me hace sentir que
no es humano, a la vez que es demasiado humano ("Mi cabeza me duele,
incluso cuando trato de explicármelo a mí misma"). Desde que nació fue
alguien demasiado peculiar, sumamente retraído y silencioso, siempre tratando
de aprender rápidamente y escabulléndose de la mirada de sus padres. Nunca lo
vi interesado en relacionarse con niños de su misma edad, a pesar de que muchas
veces se dieran las oportunidades en el mercado y cuando su madre lo llevaba a
casa de conocidos. Incluso cuando jugaba con Mirina, se veía claramente quien
era el más maduro. Fue duro para mí, porque a pesar de que nunca quise
inmiscuirme en sus asuntos, irremediablemente me llamaba demasiado la atención
lo extraño que era ("Y lo sigue siendo").
Después de la muerte de sus padres, cosa que nos
afectó a todos, Akeel se fue volviendo cada vez más relevante en los temas
domésticos, administrando de manera increíble la economía de la casa y
disuadiendo de manera exitosa a sus abuelos. De no ser por él, habríamos
terminado viviendo bajo el techo de esa estricta familia, que a pesar de que no
les guardo ningún rencor, no me gustaría por ningún motivo volver (“El recuerdo
de los conflictos que llevaron la salida de Eline, aún están en mi memoria”).
Siempre le he agradecido ese hecho, aunque no se lo he dicho con palabras, pues
me ha permitido el criar a Eli como si fuera mi propia hija.
Sucesivamente vinieron los extraños experimentos de
Akeel, todos en post de hacer más fácil nuestro estilo de vida. En ningún
momento tuvimos problemas económicos, pero algo en él lo hizo querer buscar
más. Rápidamente encontró una manera de hacer su propio negocio, con sus
famosos caramelos y la extraña sustancia que extrae desde el palo dulce,
incluso llegando a fabricar una sorprendente máquina para procesar más
fácilmente el material.
Siempre quise tratar de atajar a ese niño, cuando
creía que aún era tiempo, pues sentía que estaba haciendo algo que no debería
estar haciendo alguien de su edad, pero nunca pude siquiera mover un dedo.
Aparte de quejarme de vez en cuando, por lo absurdo de las cosas que veía o las
situaciones en que nos involucrábamos, no podía y aún no puedo encontrar
siquiera un poco de duda en sus ojos, cuando se encuentra haciendo lo suyo.
Cuando cocina algo nuevo, cuando trabaja en su taller, cuando busca
desesperadamente a un artesano que pueda fabricarle algo extraño, cuando le
enseña a Eli y a Mirina, como si fuera uno de los mejores maestros de la
ciudad, no puedo dejar de mirarlo. No puedo dejar de mirarlo cuando se ve de
esa manera, pero a la vez, ya no puedo mirarlo a los ojos, pues de inmediato me
avergüenzo sin razón alguna.
Todo cambio ese funesto día en que casi nos atrapan
esos bandidos. Me encontraba en mi mejor momento anímico, después de haber
llevado de manera exitosa la discusión con los mercaderes. Nunca antes en mi
vida me sentí tan poderosa, a pesar de que toda mi rutina fue ideada por Akeel.
Pero lamentablemente, todo se derrumbó para mí en el momento en que aparecieron
los bandidos. Mis miedos se apoderaron de mí, tanto por mí misma como por la
seguridad de quien es mi responsabilidad, al punto que no supe idear nada más
que correr en la dirección contraria. Pero Akeel no, el superó sus propios
miedos, me superó a mí, y con su firme mano, me jaló hacia la única posibilidad
de escape.
En ningún momento se rindió ese niño, liderando el
paso a pesar de ser menor a los ojos de cualquiera. Tiro de mi mano tan fuerte,
que sentí que mi brazo se iba a salir. Nunca en mi vida vi tanta desesperación
en una persona tratando de protegerme, tirando de mí como si fuera su propia
vida, sin importar las veces que cayera al suelo, sin importar lo lastimada que
me encontrase. Más aun, al ver que yo no podía dar un paso más, optó por
ocultarnos entre la vegetación en vez de huir por su cuenta, sellando su
destino junto al mío, abrazados en silencio y esperando que lo inevitable nunca
llegara. En aquel momento, en ese frio y áspero suelo, abrazada
desesperadamente a mi único consuelo, el niño que siempre mis ojos vieron,
murió para siempre en mi mente.
Sé que fue sólo un instante, comparado con el
transcurso de toda mi vida, pero el momento en que yacía abrazada a Akeel,
herida y con mi mente abrumada por el miedo, fue uno de los momentos en que más
querida me sentí. Sin menospreciar el cariño que me dieron Eline y mis padres,
siento que nada puede superar ese para mi eterno momento, en que sentí esa
tierna pero fuerte mano acariciar mí cabello, un pequeño espacio en el tiempo
en que todas mis preocupaciones se esfumaron. Después de eso nada me importó y
simplemente espere que dicho momento nunca acabara, a tal punto, que sentí que
mi mente se apagó por completo.
En el momento que desperté de mi sueño, el rostro de
Akeel estaba sobre mí. Para mi sorpresa, sus labios estaban pegados a los míos
y su lengua incursionaba profunda y apasionadamente dentro de mi boca, como
tratando de encontrar algo, no bruscamente, sino con la mayor de las
delicadezas, algo totalmente nuevo y abrumador para mi persona. Entre en razón
rápidamente e impulsivamente me libere de él, retirándome con fuerza hacia
atrás. Trate de buscar rápidamente una razón de porque había hecho eso, pero no tuve el tiempo, pues
rápidamente se abalanzó sobre mí para calmarme y explicarme lo que había sucedido.
Me sentí avergonzada por lo débil que fui, y como una niña que se había caído
jugando en la tierra, simplemente me quede ahí sentada y deje que aquel niño me
limpiase mis heridas, como lo haría un padre o una madre por su querido hijo.
Mis lágrimas querían salir de mis ojos, pero aguante cuanto pude, pues no
quería sentirme peor de lo que estaba y no quería avergonzarme más frente a
quien nunca demostré tal debilidad.
Ni siquiera tuve voz para impedir que Akeel se fuera
en busca de ayuda, simplemente asentí y deje todo en sus manos, aguantando en soledad y herida, a que el
volviera con las buenas noticias. Lo increíble no es el hecho de que volvió con
ayuda, sino que extrañamente nunca dude, ni por un instante, de que volvería
con lo que prometió. Ya no puedo pensar en algo que él diga, que yo no dé por
hecho que se cumplirá, siendo tal la confianza que he desarrollado por él, que
a veces siento miedo por mí misma. Incluso, en el momento que pasamos junto a
la otra carreta atacada, y al ver lo que les había sucedido a sus ocupantes, no
atiné hacer otra cosa que apoyarme en el nuevamente, hasta que llegamos a
nuestro hogar y pude sentir que por fin la pesadilla había acabado.
Los días pasaron y algo en mi cambio. A pesar de que
mis heridas sanaron, el miedo en mi mente no se quería ir por completo y mi
único refugio era Eli. Akeel intentaba hablar conmigo, pero no podía mirarlo a
los ojos, pues cada vez que nuestras miradas se encontraban, todo el recuerdo
de mi debilidad me golpeaba de lleno, haciendo que nuestras usuales
conversaciones se volvieran un incómodo silencio para ambos. Pude notar su
tristeza y eso me hacía más infeliz todavía. Pero como es usual en él, no se
rindió, y llegó con una peculiar manera de levantarnos el ánimo, tanto a Mirina
como a mí. Como siempre, algo salido de la nada, un extraño juego de mesa,
compuesto por un tablero finamente decorado, unas piedras pintadas, unos dados
y reglas sumamente bien pensadas. El resultado fue inmediato, Mirina fue la más
atraída por el impacto que causó, yo por mi parte, lo encontré extrañamente
satisfactorio, pues las reglas no son difíciles y encontré de inmediato el
truco para derrotarlos a todos. No me di ni cuenta cuando mi sonrisa volvió a
mi rostro por algo que no estuviera relacionado a Eli.
He pensado mucho respecto a mi actual actitud con
Akeel. No soy tonta ni me quiero hacer la ignorante conmigo misma, pues sé muy
bien cuál es el problema. A pesar de que actualmente estamos volviendo a
llevarnos bien, mis ojos no pueden encontrarse con los suyos sin que una gran
presión poco a poco comience a invadir mi pecho. Tengo miedo, miedo de mi
misma, por sentir cosas que no debería estar sintiendo. No puedo, cada vez que
enfoco su rostro, evitar recordar el momento en que me jalaba de mi mano con
desesperación, cuando estuvimos abrazados en espera de un cruento destino,
cuando acariciaba mi cabeza para calmarme y el sabor de su boca cuando me beso.
Entonces el miedo se transforma en odio ("Me odio a mí misma"),
porque ¿quién soy yo para tener esta clase de sentimientos?, atormentándome por
cosas que no deberían estar pasando. Y es que ya no logro ver un niño, mi
corazón ya no me deja ver con claridad. Porque aunque no fuera un niño, ¿qué
oportunidad tendría alguien como yo con alguien como él?, de familia noble,
inteligente y con un brillante futuro. No le será difícil encontrar una hermosa
y noble mujer para que lo acompañe por el resto de su vida. Mi miedo es el
tener que presenciar tal cosa, con los sentimientos que tengo ahora mismo.
Me siento como en un libro de tragedia, haciendo una
tormenta en una copa de agua.
Parte 2
Camino
principal entre Girelia y Sunen año 5539 mes 4 día 2
Según mi percepción del
tiempo, deben ser cerca de las 10 de la mañana. Hoy es un día bastante hermoso,
con un sol radiante, sólo unas tantas tímidas nubes y poca humedad. El camino
hacia Girelia es como siempre, un accidentado sendero de tierra de poco más de
10 metros de ancho, que surca planicies, valles y cerros.
Desde hace bastante tiempo que no vamos a Girelia,
al menos Ilen y yo. El motivo es una carta que recibimos de Theo, indicándonos
un lugar que debemos visitar, pues es un muy frecuentado por mercenarios y
guardaespaldas veteranos. Mi intención por contratar uno no ha cambiado, así
que he decidido que por lo menos hay que echarle un vistazo, obviamente,
aprovechando el viaje programado para entregar la cuota semanal de caramelos.
A pesar de que hace poco supimos que atraparon a una
banda de asaltantes en este mismo camino, ya no me fio de nada, por lo que
vamos escoltados por 4 hombres a caballo, todos experimentados guardias de
rutas, que por suerte estaban libres hoy ("Me siento bastante seguro esta
vez").
A Ilen pareciera que ya se le paso el trauma del
incidente pasado, pues se muestra bastante compuesta y sería, como es usual en
ella. Lo diferente sería, el hecho de que a pesar de que vamos juntos y
sentados al frente de nuestra nueva carreta ("Esta vez de 2 caballos por
razones obvias"), ella mantiene una poco usual distancia de mí, evitando
mi mirada e incluso los usuales roces de nuestras caderas y piernas, que son
inevitables por lo accidentado del camino. Mis sospechas aumentan mucho más, al
accidentalmente pasar por sobre una nada pequeña piedra con una de nuestras
ruedas, que hizo que nuestros cuerpos chocaran de imprevisto. La reacción de
ella es sumamente extraña, primero se pone demasiado nerviosa y lanza un
pequeño quejido en el momento en que impactamos, luego rápidamente se separa de
mí y se queda totalmente tensa, mientras continúa guiando las riendas de los
caballos.
"Aquí hay algo demasiado raro, demasiado raro,
rarísimo en extremo"
Mientras pienso que diablos le pasa a Ilen, una
fugaz mirada entre ambos, me deja aún más intrigado, pues nuevamente se pone
nerviosa y luego evita por cualquier motivo el mirarme nuevamente ("Algo
definitivamente le pasa"). Por unos instantes, me quedó simplemente en
silencio y la observo fijamente, por supuesto, ella me evita y continúa mirando
el frente del camino, noto además una pequeña gota de sudor en su frente
("¿Estará enferma?). Entonces decido hacer algo poco usual en mí, me
acerco calmadamente a su lado y con uno de mis dedos toco suavemente su
espalda, en el lugar donde está la columna. Ella se estremece al punto de
soltar las riendas y suelta un pequeño, aunque adorable quejido.
— ¿P-pasa
algo Akeel, que fue eso? — Me pregunta preocupada, mientras agarra nuevamente
las riendas.
— Eso
mismo me gustaría saber de ti, estas muy extraña, ¿acaso estas enferma? Por
favor dímelo si es así, no quiero que pongas en peligro tu salud por este
viaje.
— ¿Yo,
por qué piensas eso?
— Ilen
por favor. — La miró con ojos serios. — Te conozco bien, esta no es la usual
tú, a ti te pasa algo, dímelo, ¿estas enferma, o es que aún estas nerviosa por
lo que paso la última vez?
— N-No...
No es eso. — Me responde cabizbaja.
— ¿Entonces,
que es?
Ella simplemente se queda paralizada, mirándome con
nerviosismo, pero sin dejar de prestar atención a las riendas. Comprendo
entonces, que es algo que para ella es difícil de decir, algo aparentemente
personal.
— ¿Es
algo difícil de decir? — Le preguntó suavemente.
— Sí.
— responde secamente, volviendo su mirada al frente.
— ¿Es
personal?
— Sí.
— ¿Te
da pena decírmelo a mí, soy yo el responsable?
— S-sí.
Noto nuevamente el nerviosismo en sus palabras y en
su mirada. No soy tonto, por su actitud hacia mi puedo deducir lo que está
sucediendo, el que sienta esa timidez y aprehensiones hacia mí, sólo pueden
significar una cosa.
— Ilen,
creo que sé lo que estás pensando. — Le digo seriamente.
— ¿Lo
sabes? — Me pregunta sorprendida.
— Tú
eres una mujer, es normal que sientas esas cosas y más si es por mí.
— L-lo
dices en serio, ¿cómo puede ser esto normal? — Me dice totalmente avergonzada y
con voz entrecortada. — No lo entiendo.
— Ilen,
por favor, yo no soy mujer, pero puedo decirte que es perfectamente normal,
incluso para alguien mayor como tú.
— ¿Mayor,
quieres decir que la edad no importa?
— Para
nada, creo que muy pocas son capaces de lidiar con eso de forma en que nadie se
dé cuenta y al parecer, tú no eres la excepción.
— ¿Tan
así de predecible soy?, ¿cómo puedes ver a través de mi de esa manera? — Dice,
con su mirada pérdida en el horizonte.
— Por
favor Ilen tranquilizante, no es bueno exigirte tanto, sabes bien que después
de un tiempo se pasará.
— Como
puedes decir eso, esto no es algo que se pasa de la noche a la mañana. — Me
dice con ojos húmedos y algo de enojo en su mirada.
— Está
bien, puede tardar un poco más, pero irremediablemente pasará y lo olvidarás.
— ¿Olvidar?...
Yo no creó ser capaz de eso. Yo lo considero un momento especial en mi vida.
— Lo
sé, todas lo consideran de maneras diferentes, algunas lo detestan y otras lo
consideran una bendición. Lo que sí, es un momento especial.
— Lo
sé… Pero no me creo capaz de superar esto tan fácilmente.
Su mirada se fija en mí, como buscando una respuesta
a una pregunta. Me siento un poco incómodo porque realmente no sé cómo
responderle, así que le preguntó;
— No
lo entiendo Ilen, ¿cómo superas esto todos los meses?
— ¿Todos
los meses? — Me pregunta confundida.
— Si,
debo admitir que nunca me di cuenta de que te afectaba tanto. Sé que es un
momento sensible para todas las mujeres, pero nunca he visto a alguien sufrir
tanto por ello.
— ¿D-de
que es estás hablando? — Esta vez su voz transporta algo de miedo.
— Bueno,
no he querido decirlo directamente por respeto y debido a la presencia de los
guardias. — Me acerco lo suficiente para que mi voz sólo sea escuchada por
ella. — ¿Estas así por tu periodo, no es así?
Debí haber dado en el clavo o algo así, porque por
un instante se quedó paralizada, luego su cara se puso roja como un tomate y
finalmente volvió su mirada nuevamente al camino. Luego de unos segundos, y
ante mi mirada fija en busca de una respuesta, ella aclara su garganta y dice;
— Así…
Así es, es como tú piensas, disculpa por haberte hecho preocuparte.
— Para
nada, como te dije, es algo natural.
A partir de entonces, y durante todo el camino a
Girelia, Ilen fue un poco más fría de lo usual conmigo, aunque quien puede
culparla, debe ser una verdadera maldición el tener que pasar por ese nivel de
estrés cada mes (“¿Quizás por eso siempre tiene esa actitud un tanto
apática?”).
***
Habiendo llegado a Girelia, lo primero que hacemos
es dirigirnos hacia el negocio de Theo, quien cálidamente nos recibe, tanto a
nosotros como a nuestra preciosa carga. Intercambiamos un par de palabras,
confirmamos la locación del lugar al que debemos ir y posteriormente pusimos
rumbo a nuestro destino. Debo decir que encontré al comerciante bastante
interesado en hablar más con Ilen, pero ella como siempre, y quizás también por
estar de muy mal humor, lo trató mucho más frío de lo usual.
Caminamos por todo el distrito comercial,
atravesando incontables negocios, bares y restaurantes, hasta llegar en el
límite con una conocida área residencial, en la que viven la mayoría de los
guerreros y ciudadanos de clase media. Nuestro destino es el bar "La bella
salvaje", un sitio muy concurrido por dichos guerreros y lugar que además
presta servicios para buscar todo tipo de mercenarios y guardias a sueldo, para
quien los necesite y posea el suficiente dinero para pagar, pues son costosos.
Llegamos al bar a eso del mediodía. El lugar está
repleto, pues es la hora de comer para la mayoría de las personas. El espacio
es amplio y puedo divisar más de 20 mesas, todas repletas de hombres y mujeres,
bebiendo y disfrutando de sus comidas. De inmediato nos dirigimos al mostrador
e Ilen pregunta por alguien que nos ayudase a encontrar guerreros para
contratar. La conversación se vuelve satisfactoria, únicamente una vez le
entregamos un par de monedas de bronce a la recepcionista ("Obviamente
nadie hace nada si no hay recompensa de por medio"), quien nos indica que
subamos al segundo piso y preguntemos por un hombre llamado Dhorm.
En el segundo piso, nos encontramos con una cantidad
mucho menor de mesas, si bien el espacio es casi el mismo que en el primer
piso, estas están mucho más separadas unas de otras. La decoración también es
muchísimo mejor y las sillas se encuentran acolchadas, dándome a entender que
es un lugar para gente de mayor clase.
Luego de preguntar a un hombre que pareciese estar a
cargo, se nos indica que Dhorm es la persona que se encuentra al final del
cuarto, en una de las mesas que se encuentra junto a una ventana. Nos dirigimos
hacia el e Ilen inicia la introducción;
— Disculpe,
¿es usted Dhorm?
El tipo es un hombre aparentemente mayor ("Me
cuesta deducir bien, por eso de que a los 30 dejan de envejecer"),
delgado, de tez muy blanca y cabello castaño muy corto, con un bigote muy bien
arreglado y con ropas ni muy pobres ni muy finas. Se haya comiendo lo que
parece ser un guisado, así que primero se limpia su boca y bigote con un paño,
antes de dirigirse a nosotros.
— Así
es, ¿Puedo hacer algo por usted? — Dice, con bastante modestia.
— Primero
me presento, mi nombre es Ilen Antmad, comerciante, y estoy en busca de
guardaespaldas para el traslado de mi carga. Me dijeron que usted es la persona
adecuada para encontrar a la mejor gente.
— Por
supuesto, por supuesto, yo soy la persona adecuada. Aunque mi lema es "la
persona adecuada para quien pueda pagar el dinero" — su voz no deja de ser
modesta, aunque esta vez lo dice en tono un tanto juguetón.
— El
dinero no es problema, ¿cuánto cuesta su tiempo? — Indica rápidamente Ilen, con
su usual tono serio.
— Bueno,
depende de que quiere que yo haga. Por solo información cobro 5 monedas de
bronce, pero si quiere que yo le busque a las personas y se las lleve
directamente donde usted, eso son 2 monedas de plata por cada una.
— Por
ahora nos gustaría información. — Interrumpo, a la vez que pongo las 5 monedas
de bronce sobre la mesa. — Dependiendo de eso, veremos si necesitamos más de
sus servicios.
— ¿Y
tú eres? — Me pregunta extrañado, para luego mirar nuevamente a Ilen.
— Su
protegido y también su asesor. — Respondo.
— Bastante
joven para dárselas de asesor, pero quien soy yo para contradecir al dinero. —
Dice contento, a la vez que toma las monedas. — Bueno, ¿qué tipo de guardias
necesitan?
— Queremos
a alguien con buena habilidad con la espada, con experiencia en combate, que no
sea muy bebedor y que sea reconocido por ser muy honesto. — Indica Ilen.
— Mmmmmm.
— Murmulla el hombre, mientras sostiene su mentón con una de sus manos. — Me la
ponen un tanto difícil, especialmente con lo de lo honesto. Recuerden que están
buscando guerreros que luchan por dinero, no esperen encontrar héroes perfectos
de cuentos infantiles.
— Está
bien, entonces danos nombres de guerreros experimentados, que hayan trabajado
más de una vez como guardaespaldas, eliminando obviamente a los que tengan mala
reputación. — Indico yo esta vez.
— Bien,
eso está un poco mejor... Déjame ver. — Dice, mientras saca de entre sus ropas
una pequeña agenda y comienza a ojear lentamente sus hojas en busca de algo. —
Veamos, tengo a los hermanos Gundir, muy buenos guerreros, aunque buenos para
beber... Quizás el buen Matheo, aunque la última vez se le murió quien lo
contrató... ¿Estará vivo el viejo Rumon?...
Dhorm se queda murmurando para sí mismo durante un
buen tiempo, anotando varios nombres en una hoja de papel que retiró de su
libreta. Repasa la lista varias veces, eliminando y añadiendo nuevos nombres,
hasta que por fin parece satisfecho y se dirige a nosotros;
— Bueno,
considerando el hecho de que parecen primerizos en esto de contratar guerreros,
les he hecho una lista con varios nombres que encajan en el perfil que buscan y
que yo personalmente recomiendo, bueno, con excepción del último nombre de la
lista, que corresponde a alguien un tanto nuevo en la ciudad. Nadie se ha
quejado, pero aún no me atrevo a recomendarla completamente, aunque cumplo con
decir su nombre, pues también me pagan por ello.
Una vez recibimos la lista, me encuentro con ocho
nombres, tanto hombres como mujeres ("Aún no me logró imaginar
completamente a una mujer guerrera. Se me viene a la mente una especie de
amazona llena de músculos, aunque claro, es sólo prejuicio traído de mi otro
mundo, pues he visto varias dentro de la ciudad, pero no muy de cerca como para
analizarlas bien."), junto a su dirección y una breve lista de los trabajos
que suelen hacer.
— ¿Cree
que podemos encontrar a estas personal el día de hoy? — Le pregunto.
— Por
supuesto, les estoy dando una lista de aquellos que hasta donde sé, están
disponibles y dentro de la ciudad. Después de todo es mi trabajo y soy
reconocido por dar un buen servicio, sin decirles más, incluso la lista está
hecha en orden de quien está más cerca de este lugar, así pueden aprovechar
mejor su tiempo.
— Wow,
realmente vales las 5 monedas.
— Jajajajajajaja,
no esperaba recibir esa clase de elogios de un niño. — Ríe el hombre,
disponiéndose nuevamente a comer de su plato. — Un placer hacer negocios con
ustedes, ya saben dónde encontrarme por si necesitan algo nuevamente.
Nos despedimos cortésmente y nos retiramos del
lugar. Como aún es temprano y estamos un poco hambrientos, compramos unas
brochetas de carne en un puesto ambulante y caminamos tranquilamente hacia el
destino más cercano de la lista, preguntando a algunas personas de vez en
cuando para orientarnos.
El primer nombre de la lista es un hombre llamado
Andur, un veterano de varias guerras y que suele emplearse como guardia de
caravanas que se dirigen hacia el oeste. Lo encontramos tirado fuera de su
casa, a sólo centímetros de su puerta, bañado en su propio vómito ("No es
un buen comienzo"). Siendo evidente que nos encontramos con alguien
extremadamente asiduo a la bebida ("Apenas es pasado el mediodía"),
tanto Ilen como yo decidimos ignorarlo y tachar su nombre de la lista. Así que
pusimos marcha inmediatamente al siguiente.
Nuestro segundo destino contemplaba encontrarnos con
una mujer de nombre Krim, con mucha experiencia local en trabajos de guardia
personal y veterana de algunas batallas. Lamentablemente para nosotros, resultó
que está embarazada, no de hace mucho tiempo (por lo que no podemos culpar a
Dhorm), así que evidentemente estará fuera del negocio por un largo tiempo.
Un poco decepcionados por cómo se están
desarrollando las cosas, trate de darnos un poco más de ánimos, comprando un
poco más de comida, y nos fuimos, con un poco más de esperanza, a los
siguientes destinos.
En adelante logramos encontrarnos con mejores
prospectos. Un muy simpático y hablador espadachín, que de alguna manera quedó
bastante prendado de Ilen, por lo que lo tire al fondo de mi lista de opciones
("No me agrada que se mezclen negocios con amor, así como no quiero que me
toquen a mi única compañera de conversaciones"). Una musculosa y alta
mujer, al parecer muy confiable, pero que me dio un miedo atroz cuando supe lo
que le hace a los hombres que vence ("Los detalles gráficos me van a hacer
tener pesadillas esta noche"), así que la deje en "quizás".
Además de otro par de ebrios, nos encontramos con un guerrero que parece
prometedor, pero que lamentablemente acaba de ser contratado, así que quedó fuera
de discusión.
Aún con mucho día por delante, nos encontramos
desilusionados con lo poco encontrado y con un último nombre en la lista por
visitar. Paramos primero en un puesto de bebidas, donde nos refrescamos con un
par de jugos de fruta. Mientras descansábamos, logre sacarle algunas sonrisas a
Ilen, burlándome de los ebrios que encontramos y de las anécdotas de la mujer
fortachona. Y finalmente, pusimos rumbo a nuestro último destino de la lista,
donde una guerrera llamada Mika.
Al llegar a la dirección, nos encontramos con un
lugar bastante humilde, muchísimo más que todos los anteriores lugares
visitados y quizás, mucho más que la mayoría de las viviendas que he visto
hasta ahora en la ciudad. Resulta ser una pequeña posada en donde se alojan
viajeros y gente sencilla. Entramos y en la recepción nos atendió una muy
delgada y demacrada mujer, primera persona que puedo asegurar que es de
avanzada edad, sin la necesidad de ver arrugas. Nos atendió muy cortésmente y
nos dijo que esperásemos en una pequeña, aunque cómoda, sala de estar, mientras
llamaba a la mujer llamada Mika.
Después de un par de minutos, y para mi sorpresa,
hace su entrada una increíblemente bella mujer, que me sorprende no por dicha
belleza, sino por su increíble parecido a Mirina. De cabellera roja y ojos
verdes, un poco más alta que Ilen, vestida con un sencillo atuendo masculino,
compuesto por pantalón, polera, botas y un ajustado cinturón, que a pesar de
todo, dejan entrever su esbelta figura, además de su delicado y pálido rostro.
Por alguna razón, siento un extraño sentimiento al
ver a esta mujer por primera vez, una especie de sensación abrumadora, como
cuando uno está en presencia de un animal aterrador ("Ni siquiera con la
fortachona me llegue a sentir así"). Pero no logro ver nada fuera de lo normal,
a excepción de su inusual belleza ("Espero que Mirina llegue a ser como
ella"), por lo que decido calmarme y dejar que Ilen inicie la
introducción.
— Mis
saludos, ¿Es usted la guerrera llamada Mika?
— Así
es. — Responde tranquilamente, mientras se sienta en una silla frente a
nosotros. — ¿Están en busca de guerreros a sueldo?
— Guardaespaldas
para ser más preciso. Necesitamos a alguien para cuidar nuestra carga
comercial. — Indica Ilen.
— Bueno,
eso siempre ha sido mi especialidad. ¿El jovencillo es su hijo? — Pregunta,
mirando hacia mí.
— No,
es mi protegido.
Nuestras miradas se enlazan pon un momento y puedo
sentir como soy estudiado. Nunca he sido bueno en esta clase de cosas, pero
hago todo lo posible por no sentirme intimidado, pues siento que está oliendo
mi miedo.
— Tal
parece que él es el amo y tú la sirvienta, ¿o me equivoco? — Dice, aun
mirándome y demostrando una tranquilidad perturbadora.
— Así
es. — Respondo, antes de que Ilen pudiese decir algo. — Pero no la considero
para nada mi sirvienta. Ella es parte de mi familia y se podría decir que
incluso una de mis mejores amigas.
— Ya
veo. Te vez joven, deduzco que quizás tienes entre 12 o 13 años. Este sector de
la ciudad no es muy seguro para un joven y su sirvienta. La ciudad puede
entregar esa sensación de tranquilidad, pero hay gente al acecho por todos
lados.
— En
realidad creo que voy para los 10 años, aunque es verdad que estoy bastante
crecido. Tal parece que voy a ser una persona bastante alta. — Intercambio
miradas entre Ilen y la pelirroja. — Con respecto al peligro, debo admitir que
no hemos medido bien el nivel de peligrosidad de la ciudad, así como tampoco el
de las principal rutas comercial, por eso es que estamos buscando personas como
tú.
— Ya
veo. ¿Necesitas saber algo de mí, o no estás interesado en una mujer como
guardaespaldas?
— No
tengo problemas en eso, pero quiero preguntarte algunas cosas básicas. — Ella
asiente ante mis palabras, así que continúo. — Estoy buscando un guardaespaldas
de tiempo completo, así que necesito tus expectativas de ganancia mensual.
Entre otras cosas, también si tienes familia, hijos, pareja, problemas con el
alcohol, problemas de carácter y algunas referencias de tus antiguos empleos.
— Interesante.
— Exclama un poco sorprendida. — Primera vez que alguien me pregunta tales
cosas, no entiendo muy bien para que necesitas saber todo eso.
— Creo
que son cosas bastante básicas, a la hora de contratar una persona en la que
deberé depositar una gran confianza. No quiero a alguien con problemas de
bebida, tampoco a alguien que se vuelva loco fácilmente. Respecto a los
antecedentes familiares, me dice que tan disponible esta y lo comprometido con
su empleo, pues una persona con pareja o hijos, claramente debe tener
prioridades a la hora de arriesgar su vida por un desconocido. Por último, las
referencias me pueden indicar tu experiencia y puedo buscar a tus antiguos
empleadores, en el caso de necesitar más antecedentes que me convenzan de
contratarte, pues quien nos dio tu nombre indicó que eres nueva en la ciudad.
Por un momento la habitación quedó en silencio. La
pelirroja intercambia un par de miradas con Ilen, demostrando un poco más de
sorpresa, pero sin perder ese tranquilo rostro que ha tenido siempre, para
luego volver su mirada a mí;
— Bueno,
la verdad es que no tengo familia en esta ciudad y nada de lo demás que has
preguntado. Con respecto a mi experiencia, llevó 7 años desempeñándome en todo
tipo de trabajos relacionados a mi habilidad de guerrera, desde guardián
privado hasta custodiando caravanas dentro de este y otros reinos. Cuento con
experiencia en combate e incluso he participado en dos batallas campales, la
última de ellas en las afueras de Roment. Y con respecto a lo que usualmente
gano durante mis trabajos, esto es cercano a las 4 monedas de plata semanal, o
sea, cerca de una y media monedas de oro al mes
No puedo evitar mostrar una expresión de asombro
ante el currículum de ella, no tanto por el contenido, sino por como lo dijo,
con una increíble tranquilidad y frialdad en cada palabra. Hasta ahora nos
hemos encontrado con guerreros que se jactan y suelen alardear de sus
habilidades, hondean sus espadas, muestran sus músculos y armaduras, o cuentan
anécdotas de sus heroísmos, recalcando exageradamente sus capacidades en
combate. Pero ahora mismo frente a mí, una sencilla mujer, que a simple vista
no llamaría la atención de nadie ("Salvo por su bello rostro"), me
dice seca y tranquilamente, que ha matado a quien sabe cuántas personas
("Pues sobrevivir a una batalla implica eso"), y al mismo tiempo me
entrega la seguridad, sólo con sus ojos, de que sus palabras son verdaderas.
Tengo la gran sensación de que ella es la indicada.
— Ilen,
¿Qué piensas?
Ante mi pregunta, cargada de una mirada totalmente
seria, ella simplemente asiente para darme su aprobación. Entonces me dirijo
nuevamente a la pelirroja, esta vez llevando la conversación directamente al
grano.
— Voy
a ser totalmente honesto contigo, pues creo que veo en ti lo que estamos
buscando. Llevamos a cabo un pequeño negocio de fabricación de alimentos, los
cuales se venden aquí en la ciudad y debemos de transportarlos una vez a la
semana. El problema es que hace casi dos meses fuimos asaltados por bandidos
mientras volvíamos a nuestro hogar, nos robaron nuestro caballo y perdimos
otras tantas cosas. Pero lo peor fue que casi nos atrapan a nosotros.
— Desde
mi experiencia, es poco probable encontrarse con bandidos en este reino, pero
el caso es que últimamente han comenzado a aparecer cada vez más bandas
provenientes de Mothem, principalmente debido a la compleja situación política
y económica que ha vivido este último año, luego de la derrota que les
infringimos. — Añade ella.
— Ya
me había imaginado algo por el estilo. Pero volviendo al tema principal,
necesitamos un guardián de tiempo completo, pues además de custodiar el
transporte de la carga, la protección de nuestro hogar es una gran prioridad.
Últimamente he empezado a tener conciencia de la magnitud y crecimiento de
nuestro negocio, por lo que no puedo descartar amenazas que puedan atentar con
la seguridad de mi familia.
— ¿En
verdad eres un niño? — Me dice, luego de descansar su mentón entre sus manos y
sus codos sobre la mesa, además de cambiar su mirada a una más animada.
— Digamos
que soy alguien especial. — Le respondo, mirando de reojo también a Ilen.
— Ya
veo. Mira, por mi parte no tengo problemas en trabajar a tiempo completo, ¿pero
tienes el dinero para costear mis servicios? Dices que es un pequeño negocio, y
los pequeños negocios dudo que puedan costear lo que yo cobro.
— No
te preocupes por el dinero, eso no es para nada un problema. — Le digo
alegremente. — ¿Conoces la tienda del comerciante Diriun?
— Soy
un tanto nueva en la ciudad, así que aún no conozco muchos nombres.
— Verdad.
Bueno, ¿entonces ubicas la tienda en donde venden los populares dulces de
leche?
— Por
supuesto, todos la conocen. Aunque las filas son enormes, a veces me las
arreglo para conseguir algunos, son bastante deliciosos.
— Eso
lo hace más fácil, pues nosotros somos quienes proveemos a la tienda de tales
dulces. — Le digo, mientras saco de entre mis ropas un pequeño saco, lleno de
dulces de leche, para posteriormente ponerlo sobre la pequeña mesa de estar
frente a nosotros. — Adelante, sírvete los que quieras, cortesía de la casa.
La pelirroja se muestra un tanto sorprendida y se
sirve gustosamente algunos caramelos, degustándolos lentamente y con gran
placer ("Creo que se parece cada vez más a Mirina, no sólo en la
apariencia"). Decido entonces que es hora de terminar de convencerla, con
una jugosa oferta de salario.
— Volviendo
al tema de las remuneraciones. Si trabajas para nosotros, no sólo podrás
disfrutar de muestras gratuitas de nuestro producto, sino que recibirás un
sueldo mensual de 4 monedas de oro, aparte de la comida y techo, que obviamente
van incluidas en el trabajo.
Casi puedo ver, como por un instante, la imagen de
la mujer atragantándose con uno de los dulces. Su tranquila mirada se
transforma en una de completo asombro, luego rápidamente en una de risa y
finalmente de incredulidad. Observa por un largo tiempo a Ilen
("Graciosamente mientras lame uno de los caramelos, al tiempo que sus ojos
transportan seriedad"), como buscando una reacción que le dijera que todo
es una broma.
— No
estamos bromeando. — Indica Ilen.
— Pero
no lo entiendo, ¿Quién pagaría semejante suma?, ¿acaso no les dije lo que cobro
usualmente? — Replica la pelirroja.
— Déjame
explicártelo. — Comienzo, hablando seriamente. — Desde mi perspectiva, si voy a
contratar a alguien en quien voy a depositar una tamaña confianza, como lo es
la protección de nuestra seguridad y vidas. Lo mínimo que creó necesario, para
garantizar su confianza, además de evitar que se sientan tentados de robar, es
pagarles una suma que los deje más que tranquilos y a la vez los motive a
seguir trabajando para nosotros. Tampoco te debes preocupar por que sea mucho
para nosotros, después de todo, ¿sabes cuántos de esos dulces vendemos al mes?
— Ya
veo, creo que entonces no necesito preocuparme por esas cosas. — Su sonrisa se
empieza a entrever en cada una de sus palabras. — No necesito decirte que me
has convencido, a pesar de que siento de que no hay necesidad de exagerar tales
cosas. — Ella entonces me extiende su mano. — Tienes a tu guardaespaldas
personal.
Luego de estrechar mi mano y posteriormente la de
Ilen, discutimos durante un tiempo, tanto la partida a nuestro hogar, como la
ubicación y las condiciones del trabajo. Decidimos partir todos juntos el día
de mañana, por lo que tanto Ilen como yo, deberemos de pasar la noche en casa
de mis abuelos. En el momento en que nos encontramos ya despidiendo, Mika nos
detiene para decirnos una última cosa;
— La
verdad es que mi nombre no es Mika. Disculpen que escondiera mi verdadero
nombre, pues son razones personales. Pero ya que planeamos trabajar un largo
tiempo, les tengo que decir que mi nombre original es Celine.
Entendiendo poco, al menos por ahora, de la razón
del porqué de esconder su nombre, de alguna manera puedo ver en sus ojos, que
es algo de naturaleza personal y no un problema grave de querer escaparse de
algo que atente su vida ("Es lo que creo"). Decido que no es momento
de preguntar por tales cosas y agradezco realmente el gesto de explicarlo,
antes de que lo averiguáramos de otra forma. Así sin más, añadimos otro
individuo a esta pequeña compañía ("Así me gusta llamarla"), que espero
siga y siga creciendo.
Interesante el episodio por lo que escribiste es posible que las dos pelirrojas (Tengo pésima memoria con los nombres)sean familiares.
ResponderEliminarPodría ser simplemente coincidencia, aunque quien sabe :)
EliminarClaro coincidencia (leer con una voz sarcástica y la ultima a extendida).
Eliminar