Parte 1
Bajo la luz de un sol moribundo, un atardecer como muchos
otros, lentamente comienza a dar paso a la siempre fría noche de un bosque en
particular. Las aves comienzan a buscar cobijo en los nidos de los árboles y
los múltiples animales terrestres hacen lo suyo con cuevas y madrigueras. Dicho
bosque no pareciera ser fuera de lo común, pero una de sus características que pudiese diferenciarlo de
los demás, es la presencia de unos muy extraños y particulares árboles,
ubicados en la parte más profunda de este y cuya altura sobrepasa casi los 60
metros de altura, llamados "los colosos" por la gente de los pueblos
cercanos y sagrados según sus religiones.
Con un diámetro de casi 20 metros y una altura de 70, se
impone el más grande de todos los árboles de este particular bosque, cuya
presencia puede ser rastreable más allá de los 5000 años, habiendo algunos que
incluso aseguran que posee más de 10000. Sus gruesas raíces sobresalen desde su
base como poderosos tentáculos, dándole una apariencia intimidante, y a pesar
de que su imagen sólida pareciera asegurar que se encuentra tan sano como de
costumbre, muy dentro de su corteza algo sobrenatural se está llevando acabo.
Muy en el núcleo del árbol, cercano casi a la base de
este, un extraño movimiento se hace reverberar a través de la robusta madera.
Como el palpitar de un corazón, intensos golpes comienzan lentamente a
intensificarse, haciendo que de vez en cuando se escuche el crujir de algo,
siempre estrepitoso y cada vez más intenso.
¡¡Crack!!
Finalmente la corteza cede, en un sobrenatural fenómeno
similar a una explosión, en donde un enorme agujero, de casi 2 metros de diámetro,
queda expuesto en la base del árbol. De su interior emerge un denso vapor, así
como un líquido verdoso se escurre hacia afuera de la cavidad, primero con una
gran presión, la cual disminuye poco a poco.
¡Hoooooooooo!
Un gutural aullido se hace eco en la recién hecha
entrada, perdiéndose entre la densa vegetación del bosque, y luego de una
pausa, un desgarrador llanto estalla desde el centro de la caverna de madera.
¡Noooooo!¡Nooooooo!¡NOOOOOOOOOOOOO!
Los gritos son intensos y cargados de gran emoción, en un
principio con un gran volumen, pero luego de un tiempo comienzan a volverse
secos y débiles, hasta que desaparecen junto a intermitentes sollozos de una
voz claramente masculina.
Muy dentro del árbol, al final de la recién hecha caverna
de madera, un enorme y esférico agujero continúa emitiendo el extraño vapor, y
en su mismo centro, que aún posee parte del espeso líquido verde, un hombre se
haya de rodillas, desnudo y encorvado con su cabeza hacia abajo. Con un cabello
negro y tan largo como para llegar a sus tobillos, es imposible ver bien su
rostro, dejando ver sólo su arrugada piel en brazos y espalda. Pareciera estar
dormido, pero sus esporádicos espasmos y sollozos, dejan claro que se encuentra
consciente.
— Te
vez horrible. ¿Estas triste? —
Pregunta de manera cínica una extraña y suave voz, que pareciera salir de la
nada.
El hombre se exalta por un momento al escuchar la voz,
pero rápidamente compone su actitud, refregando su boca y ojos con sus manos,
en un intento por borrar las lágrimas y mucosidades.
— ¿Ho
eres tú? — Murmulla el hombre, aún en la misma
posición, sin saber exactamente de donde viene la extraña presencia.
— ¡Ho sí!,
soy yo, ¿no te alegra escucharme?
— A decir verdad no, eres lo último que
pensaría para recibirme en una situación como ésta.
— Eres rudo pequeño malagradecido, después
de que me tomo la molestia de salvarte.
— ¿Salvarme?
— ¿Que
creías que estabas muerto?
— ¿No
se supone que morí en ese momento?, ¿me
estás diciendo que estoy vivo? — El
rostro del hombre se levanta, dejando ver unos intensos ojos negros, aunque aún
enrojecidos por el llanto.
— Pero por supuesto, ¿A
que no te lo esperabas?
— Para nada, pero lo que me llama la
atención es que tu hayas intervenido directamente para salvarme, ¿que
ocurrió con los demás?
— Bueno, es fácil predecir que se enojaron
como nunca. De no ser porque al final logré intervenir milagrosamente, ellos fácilmente
hubieran estallado en ira y cosas muy violentas hubieran ocurrido.
— Ya veo. ¿Y
que hay de ti?
— ¿Yo? — La
misteriosa voz pregunta inocentemente. — A mí
me agradas, pero... — Rápidamente
el tono cambia radicalmente, de manera casi siniestra. — Tu
sabes que me encanta verte luchar por tu vida, me hace sentirme un tanto... Mortal.
— Todos ustedes son unos masoquistas de
mierda. — Se queja el hombre, con un tono de
resignación.
— Buuu Buuu, el bebé quiere llorar por
sus desgracias, ¿Quieres que te cuente una historia
realmente triste?
— ¡No
gracias!, tus historias son demasiado perturbadoras. — El
tono del hombre transporta un miedo verdadero ante la amenaza de la voz. — No
estoy en condiciones de arruinarme más mi ánimo.
— Está
bien. Bueno, cambiando de tema, tu situación actual es precaria.
— ¿Donde
estoy y que es este líquido raro sobre el que me encuentro?
— No te puedo decir mucho al respecto.
— Bien, ya empiezas con lo mismo. —
Se
queja enojado el hombre, cruzando sus brazos. — ¿Que
me puedes decir?
— Lo voy a hacer lo más simple posible.
Antes de que me preguntes por aquellos que ya comienzas a extrañar, te puedo
decir que todos te están esperando donde tú sabes, figúratelo tú mismo. Estas
en una región muy muy lejos de donde estuviste la última vez y han pasado 400
años desde que te logré salvar.
— ¿Qué...?
— Dejarme
terminar de hablar. Es imposible para ti comprender los detalles, pero lo que
tuve que hacer para salvarte implicó una intervención completa de tu ser, en
donde prácticamente has perdido tu humanidad, estrictamente hablando. La única
manera de traerte de vuelta fue utilizar una enorme cantidad de energía
presente en este mundo, y que mejor que el árbol más antiguo en existencia para
ser el sacrificio. Por supuesto, el proceso es demoroso, transferir la energía
desde el árbol y volver a crear un cuerpo que pueda sustentarte no es simple ni
rápido… Se podría decir que ahora mismo eres una especie… de aberración divina.
— ¿Por
qué mejor no me dejaste morir?, ¿soy
tan necesario para satisfacer sus caprichos?, ¿acaso
no di todo de mi la última vez? — Se
queja amargamente el hombre.
— Sabes bien que esto va más allá de tu
voluntad. Aquellos que te eliminaron, actuaron en contra de nosotros, de una
manera que no me gustó para nada. Nuestro honor está en juego y tú eres el único
que puede defenderlo. Además... Me encanta ver ese rostro que pones cuando
sufres, así como tú risa cuando acabas con tus enemigos.
— ¿Que
risa?
— Esa que sólo tú y yo podemos ver y
escuchar. No me decepciones.
— ¿Te
vas?
— El hecho de estar hablando contigo
contradice muchas leyes impuestas en este mundo, esta será la última vez que me
escucharás… al menos hasta que logres equilibrar nuevamente tu esencia. Por
cierto, todas las habilidades que tenías con anterioridad ya no existen, fue
imposible conservarlas. Pero me las arreglé para despertar parte de tu
herencia, la de aquellos a los cuales tanto críticas. Es una ínfima porción, un
grano de arena en un enorme universo, pero es más de los que muchos querrían.
— ¿A
que te refieres?
— Averiguarlo
tú mismo, es tu primera tarea. — La
voz lentamente comienza a debilitarse. — Te
daré una última pista... Es como un músculo, que se entrena con mucho
esfuerzo... Igual... que un musculo...
— Ja. Lo mismo de siempre, ¿por
qué por una vez no me dicen las cosas claras?, siempre haciéndome trabajar de más.
Luego de la queja del cabizbajo hombre, el silencio nuevamente
se apodera de la cueva, mientras en el bosque la obscuridad progresivamente se
acrecienta. Con gran esfuerzo se levanta de su incómoda postura y tambaleante
se dirige a la salida de la cueva, en donde simplemente se queda allí, parado,
en silencio y contemplando el ahora estrellado cielo, entremezclado con las
hojas de los altos árboles.
"Tengo hambre, tengo frío y tengo sueño. Que hermoso
panorama" Piensa para sus adentros mientras se abraza a sí mismo, tratando
de conservar el poco calor que tiene. Luego simplemente vuelve a la cueva y se
acurruca en un rincón para rápidamente dormirse.
***
Ya es de mañana cuando sus ojos vuelven a abrirse. El
duro suelo de madera hace que su espalda se sienta bastante adolorida, después
de una noche en que además las pesadillas del pasado constantemente lo
persiguieron. El hambre que tiene es intensa, así como la sed que hace que su
mirada se centre en el verdoso líquido en el centro de la cueva.
"No creo que sea bebible, además se ve asqueroso.
Mejor me pongo a buscar afuera. Es un bosque, así que debe haber agua y espero
que también comida"
Una vez afuera, moviéndose casi por instinto, la pequeña
pendiente del terreno lo guía rápidamente hacia la fuente de agua más cercana,
a menos de un kilómetro del árbol, un pequeño arrollo que pareciera nacer en la
inmensa montaña, que se impone cuando su vista vuelve en la dirección de donde
bajó.
"Wow, esa sí que es una inmensa montaña. No creo
haber visto algo tan grande"
El asombro no dura mucho, pues el saciar su sed es la
prioridad número uno, la cual realiza inceremoniosamente casi hundiendo su
rostro en el arroyo. Un sentimiento de alivio recorre todo su ser.
"Siento como si no hubiera bebido algo en años...
Esto es casi divino".
Una sonrisa se marca en su rostro una vez siente que ya
no puede beber más. Pero la felicidad dura poco, al comenzar a concentrarse en
el hambre que lo aqueja ya por bastante tiempo, hace que su mirada comience a
deambular por sus alrededores en busca de algo comestible. Aún desnudo,
comienza a escudriñar entre los arbustos cercanos, escarbando de vez en cuando
junto a las raíces, pero sin encontrar nada que pareciera ser comestible.
“Ho Dios, me voy a morir de hambre".
Sus ojos comienzan a desorbitarse con la idea de seguir
padeciendo el hambre que lo aqueja. Su cuerpo se siente demasiado extraño, pues
la necesidad de comer nunca ha sido tan intensa en toda su existencia.
Afortunadamente para él, la solución a sus problemas se presenta cuando
descubre un solitario árbol junto al arrollo, no muy lejos de donde bebió agua
por primera vez. Colgando de las ramas, unos muy familiares objetos llaman de
inmediato su atención.
"Gracias a Dios, Almendras, Almendras... Hermosas
Almendras".
Como si estuviese poseído, se abalanza de inmediato sobre
el ahora sagrado árbol, extrayendo una gran cantidad de almendras maduras. Con
mirada segura y un toque de sabiduría en sus ojos, el paso siguiente fue
encontrar una gran roca plana, así como otra más pequeña en forma de mazo, que
sirvieron de forma bastante práctica para comenzar a romper las cáscaras.
— ¡Hoooooooo!,
Madre mía. — Exclama, una vez las primeras almendras
entran en su boca.
El primitivo ritual de alimentación dura por un
considerable tiempo, terminando cuando su estómago se haya lleno casi por
completo. El sentimiento de saciedad lo inunda de inmediato, causando que la
pereza lo aqueje nuevamente, para lo que no encuentra otra cosa más que volver
a la cueva y dormir, aunque no sin antes asegurar una buena cantidad de almendras
para cuando despierte nuevamente.
Sus ojos se vuelven a abrir al medio día, aquejado
nuevamente con la dureza de su inexistente cama. Si bien el ligero frío causado
por la carencia de ropa es algo que lo hace preocuparse, el dormir de la manera
que lo ha hecho está bastante cerca de llamarse tortura, por lo que decide
tomar cartas en el asunto.
Sin alejarse mucho de su ahora base principal, el desnudo
hombre comienza minuciosamente a recorrer los alrededores, recogiendo cuanta
hierba seca encuentre. La vegetación de la zona es por lejos la más abundante
que sus ojos han visto y plantas muy parecidas a la paja se hayan por doquier,
simplemente es cosa de escoger las adecuadas. Para cuando el sol comienza a descender,
una enorme pila de hierba seca se haya amontonada en un rincón de la cueva. Sus
ojos se llenan de un aire de orgullo al mirar su duro trabajo, y luego de
degustar una abundante cena de almendras, se desploma sobre su modesta cama,
para simplemente dormirse nuevamente.
***
El sol de una nueva mañana inunda de forma pareja el
denso bosque en el que se haya el árbol
más antiguo del mundo, pero en lo que respecta al suelo mismo, son sólo
pequeños haces de luz los que logran atravesar el océano de hojas que los
obstruyen. Justo debajo de uno de dichos haces de luz, se haya sentado quien
hasta hace poco disfrutó de una de sus mejores noches de sueño, gracias a su recién
hecha cama de hiervas secas, el hombre cuyo cabello se desborda a través del
suelo y cuyos ojos suavemente cerrados, emanan la imagen de una absoluta calma
y serenidad.
— Piensa, piensa, piensa. —
Murmura para sí mismo, como un mantra, al tiempo que su cuerpo disfruta de la cálida
luz del sol, con sus piernas entrecruzadas.
Ha estado en dicha posición durante buena parte de la mañana,
y ya llegando el medio día, aún no logra sentir ni siquiera un rastro de lo que
la voz en un principio le dijo. La famosa herencia sigue siendo para él un
misterio.
"Ok, me cansé, volvamos a la exploración".
Un tanto resignado, su atención nuevamente se centra en
su diario vivir. Su situación está lejos de ser la mejor, pues si bien ha
asegurado una fuente de agua, el tema de la comida está lejos de ser
solucionado. No puede vivir de almendras y estas tampoco durarán para siempre,
por lo que necesita otra fuente de sustento, además que está el tema también de
buscar algo que vestir, antes que termine pescando un resfrío.
Estableciendo un límite mental de un kilómetro alrededor
de la cueva y utilizando el enorme árbol sobre ella como punto de referencia,
comienza lentamente a explorar sus alrededores, familiarizándose
progresivamente con su entorno y buscando minuciosamente algo que pueda servir
de comida.
Para cuando el sol ya está muy en lo alto, indicando el
medio día, él ya ha vuelto a la entrada de la cueva y su situación no es para
nada mala. La cosecha de la jornada es variada, partiendo por varios tipos de
hongos comestibles y frutos parecidos a las cerezas, su situación alimentaria
se vuelve por ahora sustentable. Le siguen un par de rocas con forma afilada
que por casualidad se topó mientras recogía los hongos, las cuales pueden
servir fácilmente para cortar cosas blandas. Por último y los más importante
hasta ahora, el hallazgo del cadáver de una especie de ciervo muy grande, el
cual parecía estar muerto hace bastante tiempo, sin la presencia de nada de
carne en sus huesos, mas solo parte de su piel aun colgando de su esqueleto.
La noticia de la presencia de animales en la zona,
particularmente mamíferos de gran tamaño, es motivo de celebración y a la vez
preocupación, pues implica que quizás haya la oportunidad de conseguir algo de
carne para comer, así como asegura la alta probabilidad de carnívoros de gran
tamaño en la zona, lo cual quedó casi demostrado por el cadáver que encontró.
Lo otro que representa alegría para él, es la piel que pudo obtener de dicho
cadáver, la cual sirve tanto de cobija, así como de una futura prenda de vestir
si se lo propone, a pesar de que su estado no es el mejor que pudiese ser, pues
está bastante seca y rígida.
El resto del día se la pasa en un estado de total
relajación, comiendo, meditando y dormitando de vez en cuando. Para cuando la
noche llega nuevamente, un sentimiento extraño comienza a invadirlo mientras se
encuentra en pleno estado de contemplación mental. Difícil de describir incluso
para sí mismo, lo que siente es algo que sólo puede ser asociado a la aparición
de un nuevo sentido o una nueva extremidad, una pequeña membrana que encierra
un espacio a voluntad y que no puede ser vista, sino sólo sentida.
La membrana en cuestión tiene una forma esférica, aunque
esta puede ser cambiada a voluntad, pero solamente en lo que respecta a su
largo y ancho. El sentimiento no dura por mucho tiempo, pues una vez comienza a
jugar repetidamente con las formas y la posición, su cerebro comienza
progresivamente a doler, al punto de hacerlo también marearse y sentir una
enorme fatiga, la que lo obliga a dormirse prácticamente de inmediato.
***
La mañana llega nuevamente y el cansancio ha
desaparecido, no obstante la horrible sensación del día anterior sigue fresca
en su cabeza. El fenómeno de la membrana es intrigante y atractivo, pero para
el hombre que vive el día a día con la incertidumbre de su propia
supervivencia, no es algo bueno el terminar mentalmente tan agotado como para
no poder mantenerse despierto, por lo que decide que la experimentación debe
realizarse en momentos adecuados y muy específicos, como por ejemplo antes de
dormirse.
El día transcurre sin problemas, convirtiendo las
experiencias del día anterior en la rutina de hoy. El radio de búsqueda se
mantiene intacto (aproximadamente 1 kilómetro), por lo que la variedad de
comida recolectada se mantiene igual, dejando como única novedad el hallazgo de
dos piezas de hierro, una estaca oxidada y un cuchillo estropeado,
aparentemente abandonadas hace varias décadas, quizás por aventureros que
pasaban por la zona.
El descubrimiento de los restos despertó inmediatamente
el interés del hombre, pues comprueban la presencia de seres humanos en la región,
así como representan las primeras herramientas verdaderamente útiles, aparte de
las rocas que estado usando hasta ahora.
Sin perder el tiempo, procedió rápidamente a lijar el
cuchillo, utilizando la roca más plana que pudo encontrar, así como agua para
acelerar el proceso. De paso está decir que el agua la ha comenzado a
transportar a través de un tronco hueco que encontró y que aisló interiormente
con unas enormes hojas disponibles de un árbol cercano. Ya para cuando el sol
comienza a ponerse en el horizonte, el duro trabajo muestra sus frutos,
mostrando una pulida hoja de cortar, aunque varias veces más pequeña que el
cuchillo original (el óxido fue implacable a través de los años), pero una
excelente herramienta para sus actuales necesidades.
El estreno del cuchillo se realiza de inmediato, para
solucionar uno de los problemas que lo han aquejado desde que despertó en esta
extraña región, su cabello extremadamente largo. En un principio intentó
cortarlo con las piedras afiladas que encontró no hace mucho, pero por alguna
razón cada uno de sus cabellos posee una dureza que ronda lo asombroso y lo
absurdo, a tal punto que solamente podía cortar sólo uno a la vez, haciéndolo
simplemente abandonar la cuestión por el momento. Ahora la situación es
distinta, pues la extremadamente afilada hoja de hierro se las arregla
lentamente para cortar un mechón tras otro, revelando por fin el cuello y la
mayor parte de la espalda del hombre.
"Por fin".
Para cuando el sol esta ya casi por desaparecer, un
renovado rostro se deja ver en el hombre, junto al disparejo y nuevo corte que
lo acompaña, horrible para quien lo viera pero extremadamente confortable y práctico
para quien lo posee ahora. Junto con el alivio, a sus pies además yace una
enorme pila de cabello, cada uno de más de metro y medio de largo, los cuales
servirán de almohada esta noche y quizás para confeccionar algo a futuro.
La obscuridad es problemática, por lo que no puede
permanecer activo durante más tiempo. Rápidamente vuelve a su cueva, se
recuesta en su cama de hierba y para no desperdiciar el momento, se concentra
nuevamente en la meditación y en busca de la extraña membrana del día anterior.
Para su sorpresa, encuentra que es mucho más fácil hacer aparecer el fenómeno,
considerando la extrema dificultad de la primera vez. Como si estuviese jugando
un juego, su mente forma y deforma la ya mencionada membrana, en un esfuerzo
por comprender su origen y utilidad, así como recordando las extrañas palabras
que le fueron dichas cuando despertó por primera vez; "Es como un músculo".
"Me siento como un niño que está aprendiendo a
caminar".
El efecto del esfuerzo mental es rápido, no al extremo de
la vez pasada, pero el hombre sucumbe lentamente a la fatiga y finalmente cae
rendido ante el sueño.
***
Una semana rápidamente pasa, convirtiendo la vida del
hombre en una simple y llevadera monotonía. El día se reduce a investigar y
recolectar alimentos, con suerte encontrando uno que otro objeto útil, más que
nada bronce y hierro. El resto de la tarde y noche se transforman en tiempo de
meditación y entrenamiento de su mente, en donde los periodos de experimentación
con la membrana aumentan con el paso de cada jornada. En un principio, esta se
sentía como una simple y delgada película, del espesor de una hoja, pero a
medida que el tiempo transcurre, dicho grosor comienza a expandirse a una
velocidad considerable, permitiendo, si se logra concentrar lo suficiente,
transformarla en una pequeña esfera homogénea, de apariencia sólida.
Hasta ahora sus preocupaciones de reducen al mero acto de
existir. La tranquilidad del entorno natural le ha permitido lentamente
conectarse consigo mismo a un nivel espiritual que nunca antes pudo sentir. La
fatiga de los recuerdos antes de renacer aún lo persiguen, pero a medida que
pasa el tiempo, siente que lentamente su espíritu comienza a limpiarse,
borrando sus anteriores deseos y ambiciones, dejando como única meta el estudio
de su yo interno y del fenómeno de la membrana, la cual lo intriga cada vez más,
especialmente respecto a su posible utilidad.
El clima de la región es agradable, sin días muy
calurosos ni noches muy frías, por lo que la necesidad de abrigo hasta ahora es
un tema secundario, más que nada relacionado a la comodidad.
"Estoy cansando de esto de andar con las pelotas al
aire".
Lamentablemente en sus excursiones no ha logrado
encontrar nada que pueda servirle para confeccionase ropa, y hay que decir que
está muy lejos de tener la habilidad de hacer algo con los materiales a mano.
El fuego es otro tema que ha pasado por su mente. Si
realmente se lo propusiera, debería ser capaz de encender uno, pero para ser
realmente prácticos, no necesita por ahora preocuparse de ello, pues sus
alimentos hasta ahora son sólo frutas y semillas, estando muy lejos de
conseguir algo de carne. Fuera de lo anterior, por su mente también existe el
miedo de que con la luz pudiese atraer inesperados invitados durante la noche,
además de que no es tan tonto como para encender fuego dentro de una cueva de
madera.
Por su mente, la idea de vivir de manera natural y
salvaje, es algo que nunca había vislumbrado como posible. Los recuerdos de la
tecnología lo persiguen a veces fugazmente, tentándolo a sentirse vacío, pero
el precio de las comodidades en ese mundo eran demasiados, si se pone a pensar
objetivamente.
"Puedo estar solo, en el medio de la nada, desnudo y
luchando por cada bocado de comida, pero me siento más vivo que cuando tenía
toda esa tecnología a mi alrededor. Quizás no pueda estar aquí para siempre, pero
voy a disfrutar todo lo que pueda de esta revigorizante paz interna que he
logrado desarrollar".
Parte 2
Castillo
del rey, Ciudad de Desram.
Al norte del pequeño continente de Icrex, se haya una
ciudad que le da el nombre al reino en el que se encuentra, Desram, cuya
influencia se extiende a lo largo de todo el norte de la región, conformando
uno de los dos poderes que se disputan desde hace milenios el control de dicho
continente. La ciudad en cuestión no es realmente asombrosa ni gigante en su
dimensión, con sólo cerca de 30.000 habitantes en su interior, pero su
influencia comercial es enorme, al nivel de tener establecidas rutas
comerciales con varios otros reinos del continente de Suniem, ubicado aguas al
sur, así como con Moon, ubicado al Este. Su principal fuente de ingresos son
los abundantes recursos marinos presentes no muy lejos de sus costas y enormes
reservas de hierro que son explotadas a lo largo de todo su territorio.
Hoy en particular no es un día festivo, pero el
movimiento en las calles de la ciudad es particularmente notorio, especialmente
por las constantes carrozas que se dirigen en dirección al castillo principal.
La noticia no es misterio para nadie, pues una importante reunión se ha
convocado en el salón principal del castillo, en donde comienzan poco a poco a
congregarse los más importantes dirigentes de las principales ciudades del
reino. El tema de la reunión en cuestión es lo preocupante, pues nadie sabe
realmente de lo que se trata, y más aún, que amerite la congregación de todos
los que han sido llamados a asistir.
Ya siendo un poco pasado el mediodía, y ante la ansiedad
de casi un centenar de personas en el salón principal del castillo real, hace
su aparición el rey de Desram, Madeum Thart, quien ceremoniosamente procede a
sentarse en su ya preparado trono, ante la multitud que se inclina
respetuosamente, a su derecha, su esposa y reina, también procede a sentarse en
su enorme silla, no muy diferente del trono de su esposo, quien sostiene su mano
durante todo momento.
De cabello pelirrojo y barbilla afeitada, la imagen del
rey es la de un monarca joven, de no más de 40 años, cuyas cejas delgadas y
rostro alargado, le dan un cierto toque femenino que atrae las miradas de
muchas mujeres que lo ven como el hombre perfecto. A su lado su mujer no se
queda atrás, con una resplandeciente y juvenil belleza, de la mano de un largo
cabello rojo que hace juego con el de su esposo, haciéndolos parecer la pareja
ideal.
— ¡Gloria
al rey Madeum y al reino de Desram! —
Vocifera uno de los guardias, ante lo cual todos los presentes repiten
respetuosamente como un coro.
La mirada del rey es amigable y transporta un aire
elocuente, desde momento en que levanta su mano y procede a dirigirse a sus súbditos;
— Señores
y damas presentes, agradezco desde el fondo de mi corazón el que todos ustedes
hayan asistido a esta importante reunión que he convocado. Sé que nadie sabe
por qué realmente los he hecho venir este día, pero importantes sucesos han
ocurrido en el reino a lo largo de la semana, los cuales merecen la atención de
todos nosotros, para comprender la situación y actuar de acuerdo a lo mejor
para nuestro pueblo.
Los rostros de algunos presentes comienzan a mostrar
signos de preocupación, pues muy pocos son ajenos al modo de hablar de su rey,
y precisamente como está hablando en estos momentos es cuando hay problemas en
el horizonte venidero, de los serios.
— Duque Armak. — Continua
el rey. — Por favor, el primer tema a tratar y el
más importante depende de usted y las noticias que trae consigo.
— Por su puesto su majestad. —
Responde un hombre ya presente no muy lejos del trono del rey. Ya maduro y de
apariencia fornida, sus ojos transportan la dureza que sólo alguien puede
forjar en el camino del guerrero. — Todos
saben del descubrimiento de un enorme depósito de mineral de hierro al sureste
del reino hace dos meses. Los trabajos de extracción comenzaron hace solo
semanas, pero ya hemos comenzado a detectar la presencia de personas extrañas
merodeando el área. No somos para nada ingenuos, el yacimiento está casi en la
frontera, así que creo que nuestros rivales ya han comenzado a mirar con malos
ojos nuestras nuevas riquezas.
— ¡Malditos
sean los de Mirten! — Vocifera un hombre entre la multitud,
ante lo cual varias otras voces se le unen.
Mirten es el segundo poder en el pequeño continente de
Icrex, ubicado en la región sur, y desde hace más de mil años, competidor por
la hegemonía del territorio. Incontables guerras se han llevado entre ambas facciones
y hoy por hoy existe una delicada paz que podría romperse en cualquier momento.
— No
seamos alarmistas. — Impone
su voz el monarca. — La situación está muy lejos de ser
tomada como provocación de guerra, no obstante, otros reportes de nuestros
agentes en su territorio, nos dan indicios de sospechosos movimientos de tropas
en la frontera. Debemos ser cautos pero no dejar que nos sorprendan. Duque, ¿Como
está la situación de la defensa en dicha área?
— La guarnición presente en el fuerte próximo
es de poco más de 1000 guerreros. —
Responde el Duque, con un rostro un tanto preocupado. —
Disponiendo de las fuerzas de mi ciudad podría reforzarla hasta 6.000, pero
corro el riesgo de descuidar demasiado el área bajo mi control.
— Tranquilo, no te preocupes, esto
debemos solucionarlo entre todos. — El
rey pone su vista en el área de la multitud donde se hayan todos los demás duques
presentes. — Señores, esta mina de hierro es
importantísima para nuestra economía, por lo que debemos defenderla a toda
costa. Cada uno de ustedes deberá proporcionar 1000 guerreros para el refuerzo
del fuerte que la custodia. Creo que es una suma que no debiera afectar sus
guarniciones, ¿Está bien para ustedes?
Ninguno de los duques objeta la petición del rey y todos
asienten con una respetuosa reverencia. El manejo de la situación es firme por
parte del monarca, dejando claro que no planea ceder ante ninguna presión que
se imponga desde Mirten.
— Ahora bien, habiendo planificado
nuestra reacción al tema de Mirten, nos queda el otro tema principal. —
Comienza nuevamente el rey, ante un ligero asombro por parte de los asistentes.
— La
verdadera razón por la que los he convocado a todos aquí hoy.
Inmediatamente después de las palabras del monarca, un
particular hombre se hace presente junto a él, vestido con una impecable túnica
azul con bordados dorados y un sombrero alargado de iguales características. Su
identidad es conocida a lo largo de todo el territorio, el guía espiritual del
reino y miembro de la más importante religión del continente, “La iglesia de
los hijos del cielo". Su nombre, Cirlo Memec.
— La
mayoría de ustedes no saben. — El
rey comienza con la introducción. —
Pero hace poco más de una semana un extraño fenómeno ocurrió en las
profundidades de la montaña sagrada, cerca del bosque de los colosos. Testigos
de los pueblos cercanos, reportaron ver una extraña y cegadora luz emerger
desde dentro del sector, como si durante un instante el atardecer se hubiese
tornado en medio día. No son pocos los que vieron el fugaz fenómeno, incluso
guardias de torres en algunas ciudades cercanas reportaron verlo a lo lejos.
Pero lo más preocupante es lo que nuestro guía espiritual ha descubierto. Por
favor Cirlo, adelante.
— Gracias
su majestad. — el aludido hace una reverencia antes de
comenzar con su discurso. — El
bosque de los colosos es uno de los lugares más sagrados en nuestra religión,
un lugar lleno de incontable energía, que nutre las raíces de nuestra tierra y
permite la vida en nuestro continente. Lo que sucedió dicho día no pasó
desapercibido por mí ni por mis oráculos, un enorme estallido de energía ocurrió
dentro del bosque. Lamento e ira pudieron ser sentidos, junto con la esencia de
la muerte a su alrededor. Me temo que algo malo ocurrió en dicho santuario, me
temo que los dioses nos envían un mensaje, pero lamentablemente no puedo decir
que es lo que realmente es.
El rostro de muchos de los presentes inmediatamente
palidece ante las palabras del Guía espiritual. La religión profesada por los
hijos del cielo lleva arraigada en el continente por varios cientos de años, e
incluso entre los altos jerarcas es un poder ante al cual no se pueden oponer.
Fuera de la constante lucha entre ambos reinos, no existe tema en donde la
religión no pueda inmiscuirse. De los presentes, casi la mitad son fieles
devotos de la iglesia.
— ¿Acaso
una calamidad se avecina a nuestro continente? —
Pregunta preocupado uno de los duques presentes.
— Eso
no lo puedo decir, ni siquiera con una pizca de seguridad. Mi percepción es débil
y necesito acercarme a la fuente para poder asegurarme contra que estamos
lidiando. Esto no es para nada un tema digno de ser tomado como un peligro
inminente, pero tampoco debe ser ignorado como algo simple. Necesito llegar al
bosque de los Colosos.
Un silencio sepulcral se hace presente en el salón del
castillo, donde la mirada de todos finalmente recae en el monarca, quien
constantemente frota su barbilla con ojos pensativos.
— El
subir la montaña sagrada no es una tarea fácil. —
Rompe el silencio el rey, luego de pensar durante un prolongado tiempo. —
Requiere de por lo menos una semana el llegar al bosque de los colosos,
atravesando escarpados acantilados y los terrenos más rudos del continente, que
decir de las bestias que abundan sus alrededores. ¿Crees
que puedes soportar semejante viaje?
— No depende de mí el saber si puedo o no
hacerlo. — Responde Cirlo al ser apuntado por el
monarca. — Los cielo claramente han enviado un
mensaje y debo escucharlo, no importa el precio que deba pagar. Es más, estoy
casi seguro que los guías espirituales de Mirten también han sentido lo mismo,
por lo que si no nos apuramos, lo que sea que suceda en el bosque de los
colosos, quizás nunca lo sepamos a tiempo.
Ante la última afirmación de Cirlo, no son pocas las
caras que se arrugan por la ira, incluyendo la mayoría de los duques y en
cierto punto también la del monarca.
— ¡Nia!
—
Alza la voz el rey, ante lo cual hace su aparición, desde uno de los rincones
de la sala, una pelirroja mujer vestida en una fina armadura de placas de
hierro.
— Su majestad. —
Responde la mujer, una vez se ha arrodillado frente al monarca.
— Tú
te encargarás de guiar a Cirlo hasta el bosque de los colosos, ya que te gusta
la naturaleza, creo que te vendría bien una buena y larga excursión.
La mujer en cuestión, Nia, no es para nadie un personaje
desconocido, pues es la mismísima hija mayor del rey, quien ha dedicado su vida
al camino del guerrero y al estudio de la lanza como su arma. Es una mujer que
esconde una gran belleza tras esa apariencia tosca de soldado, y mantiene una
tensa relación con su padre, desde el momento en que rechazó casarse con un príncipe
del cercano continente de Moon, arruinando una posible alianza con ellos. Desde
entonces, no es poco común que el monarca le haga realizar los más difíciles y
desagradables trabajos que se le presenten, algunos incluso que arriesgan en
sobremanera su vida.
— Lo que su majestad diga. —
Responde Nia con una sonrisa falsa, para luego retirarse de la sala, sin
siquiera esperar la aprobación del rey.
El rey por su parte, esboza una amarga sonrisa ante la
mirada fría de su esposa, quien hasta ahora es la única que se podría decir está
de parte de su hija.
La reunión continúa durante un prolongado tiempo, en
donde se tocan los más diversos temas, así como se afinan detalles acerca del
reforzamiento fronterizo. Para cuando el atardecer llega, un gran festín se
celebra, dejando a todos los presentes satisfechos y a la vez con un
sentimiento de inseguridad. No muchos creen que una guerra se avecine, pero no
por eso van a dejar que los atrapen desprevenidos.
Parte 3
Los días pasan lentamente dentro del bosque de los
colosos, donde la naturaleza simplemente fluye, como el agua de sus arroyos.
Otra semana ha pasado para el hombre de la cueva de madera, una semana de
meditación y crecimiento mental, junto con un par de insospechadas sorpresas.
Fue en un momento en particular, en el cual se le ocurrió
meditar durante pleno día, que un
extraordinario suceso le ocurrió. Mientras se dedicaba a analizar
detalladamente la membrana generada dentro de su cabeza, comenzó a intentar
buscarle alguna utilidad física, superponiéndola sobre todo tipo de cosas a su
alrededor, aunque sin ningún resultado aparente. Pero para su inmensa sorpresa,
en el momento en que acercó dicha
membrana a la hoja de su desgastado cuchillo, este reaccionó levemente, con la
intención de acercarse.
Los ojos del hombre se abrieron por el asombro, al mismo
tiempo que saltó hacia atrás por lo repentino del suceso. Luego de calmarse, la
curiosidad nuevamente lo invadió y repitió el experimento, obteniendo el mismo
resultado.
— ¿Podrá
ser? —
Murmuró entonces para sí mismo.
Fue entonces cuando decidió ir por todo y acercó
completamente la esférica membrana hacia el cuchillo, envolviéndolo
completamente, causando que este comenzase a moverse bruscamente hacia una de
las invisibles paredes, quedando congelado en dicha posición.
Sus ojos primero se quedaron fijos en el suceso, pero
luego de un tiempo estos se agudizaron, al tiempo que una sonrisa se forjó en
su rostro. Entonces, la membrana comenzó progresivamente a cambiar de forma y
posición, llevándose consigo, de manera forzosa y a rastras, al cuchillo a través
del suelo. El proceso sólo duró unos cuantos minutos, hasta que su cabeza
comenzó a doler como nunca antes, luego perdió el control sobre el experimento
y terminó cayendo rendido ante la fatiga y el sueño.
Para cuando despertó, ya era el atardecer, pero poco le
importó y tozudamente comenzó a repetir el experimento con el cuchillo,
logrando incluso, con mucho esfuerzo mental, levantarlo unos centímetros sobre
el suelo.
— Así
que es verdad, esta membrana en realidad es un campo magnético.
Sus palabras fueron dichas de manera suave, pero a la vez
con unos ojos que brillaban con expectación, haciéndolo incluso olvidarse de
comer mientras continuó experimentando hasta caer agotado nuevamente.
Desde aquel momento todo cambió, pues la mente del hombre
se llenó de una intensa fascinación por su extraña habilidad. La risa se
entremezclaba mientras jugaba con todo tipo de piezas de hierro, tal como un
niño con un juguete nuevo, quedando más que claro que pasaría mucho tiempo
antes de que perdiera la motivación para practicar, más aun dado que cada vez
aumenta considerablemente la fuerza de la membrana.
El segundo día de experimentación resultó en un aumento
del tiempo en el cual podía sostener el cuchillo en el aire. Si bien fueron sólo
cerca de 20 segundos, representaron un gran avance considerando los menos de 10
segundos del día anterior, como si realmente estuviese entrenando un músculo en
su mente.
El tercer día pudo sostener el cuchillo durante más de 30
segundos, el cuarto casi un minuto completo, para el quinto ya pudo sostenerlo
por casi 2 minutos. Pero su avance no fue sólo en la dirección de sostener
trozos de hierro, pues con el paso del tiempo fue notando que además de poder
manipular el campo magnético, era capaz de invertir la polaridad, en un
principio con gran esfuerzo, pero como pasaba el tiempo con más facilidad y
rapidez. Todo lo anterior con gran expectación y una sonrisa de oreja a oreja,
cada vez que lograba un resultado mejor.
Por otro lado, una de las cosas que comenzó a llamar la
atención del hombre, desde el momento en que decidió ampliar su radio de
recolección de alimentos, fue que pese a que anteriormente tuvo la oportunidad
de encontrar el cadáver de un animal, hasta ahora no ha podido encontrar ni
siquiera un ser viviente. Frecuentes son los restos de insectos, pero ni
siquiera aves ha podido ver, pese a que recurrentemente puede escuchar sus
chillidos a la lejanía. Lo anterior no deja de ser extraño y perturbador en más
de un sentido, lo cual a veces lo hace dudar de alejarse demasiado de su cueva,
haciendo que su mente se enfoque más en el desarrollo de su extraño poder,
antes de reunir el valor para aventurarse más allá de aquel límite invisible
alrededor de esta.
Entonces, la naturaleza se vuelve sombría incluso de día,
contrastada por los rayos de sol que atraviesan el denso bosque y uno que otro
claro carente de árboles. En cambio, las noches se vuelven siniestras, no por
ruidos extraños, sino por el absoluto silencio que reina alrededor de la cueva,
a excepción del a veces acoso del viento sobre las altas hojas. Pero el hombre
es firme y su rostro no emana ni una sola pizca de miedo, sólo firmeza y
determinación es lo que exuda, mientras sus horas de entrenamiento se vuelven
poco a poco casi como el mismo acto de respirar.
Es muy buena. Cuando saldra el proximo cap?
ResponderEliminarLlevo esperando 3 años y seguiré, esperando más si hace falta, para ver la continuación de esta historia
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